Una semana después de la aprobación en Directorio, el Fondo Monetario presentó su evaluación integral de la economía argentina, las causas de los desvíos respecto a lo establecido y los cursos de acción para que nuestro país se vuelva a poner en cuadro. El informe tiene especial relevancia porque permite entrever objeciones que el ala política de la institución nunca va a declarar en público. En los estertores del gobierno, se pueden evaluar falencias del programa EFF-2022, que corrigió muy poco del fallido SB-2018.
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Las proyecciones macro que se presentan en el staff report no se evalúan como requisito de cumplimiento, pero son una hoja de ruta. Se trata de parámetros que se incorporan para validar el programa desde un enfoque de equilibrio general, aunque no necesariamente tienen correlato pleno con la realidad. Por caso, se explicita una hipótesis de IPC anual en 120%, que ya resulta ilusoria a la luz del fogonazo inflacionario del mes de agosto. Otro dato relevante es la variación del PBI, con una caída del 2,5% por el efecto de la sequía. Este número luce más factible, porque no se registra un desplome de producción en los sectores dependientes del consumo interno. En relación al sector externo, el FMI pronostica un déficit de cuenta corriente de 0,6% del PBI. Parece una estimación muy optimista, si se considera que el año pasado esta cuenta escaló a 0,7% del PBI por el impacto de la Guerra en Ucrania y las altas erogaciones netas en el segmento servicios. Para el tipo de cambio no se propone un valor exacto, pero la exigencia de devaluación del 100% (finalmente no convalidada) hace pensar que el FMI considera una zona de equilibrio más cerca del MEP que del oficial en $350.
En materia fiscal, el organismo expresó sus críticas frente al desvío parcial respecto de los parámetros acordados para este año. Después de la quinta y sexta revisión el gasto consolidado se corrigió un punto del PBI al alza, donde se destaca el mayor peso de la asistencia social (+0,4 puntos del PBI), los salarios públicos (+0,3 puntos del PBI) y los subsidios por los servicios públicos (+0,3 puntos del PBI). El target de déficit para 2023 no se modificó, a pesar del evidente impacto de la sequía, que está considerada en el programa como un posible episodio game changer. El cierre fiscal viene dado por el pilar de los ingresos, con una mayor expectativa de recaudación impositiva (+0,4 puntos del PBI), recursos de la seguridad social (+0,3 puntos del PBI) y otros ingresos no impositivos (+0,3 puntos del PBI). Con todo, los primeros ocho meses del año muestran un corrimiento respecto al recorrido consistente para encuadrarse en el parámetro fiscal del FMI. Restando un cuatrimestre para termianr el año ya se acumula un déficit de 1,35% del PBI. Esto implica un margen de solo 0,55 puntos del PBI para cubrir las medidas recientemente anunciadas sobre los ingresos, además de los gastos extra de diciembre.
El diagnóstico más preocupante que consigna el Fondo Monetario tiene que ver con la posición de reservas internacionales. En su evaluación, cerrada a mitad del mes pasado, cuenta un stock bruto de U$S 23.800 millones, que se desploma a un saldo negativo de U$S 10.300 millones en términos netos y se comprime a U$S 14.100 millones si solo se consideran las reservas de mayor liquidez. Este rojo se agudizó en el último trimestre por el retraso de los desembolsos del mismo organismo, que una vez realizados acercan el stock neto a la neutralidad. Aún así, la dinámica sigue siendo preocupante y todavía no se ve una reversión firme del derrotero de las reservas. El cierre de agosto dejó un Banco Central con compras netas por U$S 1.270 millones, pero fue parcialmente a expensas de pisar los pagos a importaciones, con consecuencias directas sobre la actividad productiva. Para las próximas semanas se espera un nuevo programa de incremento exportador, con foco en las empresas de crushing de granos que hoy verifican un alto grado de ociosidad por la falta de materia prima. Más allá de estos parches, la salida de fondo es un reseteo del mercado de cambios a partir de 2024.
Otro de los puntos que el FMI marca críticamente es el uso de U$S 1.700 millones hasta agosto para contener la brecha cambiaria entre el dólar oficial y los financieros. Las intervenciones diarias del Banco Central en el mercado de bonos gravitan entre U$S 15 millones y U$S 70 millones los días más álgidos. Los técnicos del staff no coinciden en la conveniencia de estas aplicaciones de dólares y exigen flotación libre del MEP y el CCL, pero las autoridades locales temen un traslado mayor a los precios internos. Contextualizando, el monto aplicado no parece tan cuantioso. El atesoramiento privado de divisas aumenta en todo año electoral. Es así que en los períodos donde rigió un dólar único, el Banco Central tuvo que destinar muchas reservas para alimentar la fuga. El 2023 va a cerrar con una FAE financiera de entre U$S 3.000 y U$S 3.500 millones, dependiendo de la inestabilidad política en el marco de las generales y el eventual balotaje. Sin posibilidad de cambios de fondo en el funcionamiento del régimen cambiario, el “Plan Llegar” será exitoso si evita una disparada de la brecha muy por encima del 91% actual.
Las perspectivas para la continuidad del programa con el FMI no son buenas. Hasta la próxima visita técnica en noviembre el diálogo va a estar suspendido, y no hay garantía que se cumplan los objetivos macro para la séptima revisión. El desembolso remanente por alrededor de 2,5 millones de DEGs probablemente se negocie con el próximo Presidente electo. No está claro el detalle fino de la visión de los dos referentes opositores sobre el devenir de la relación con el FMI, pero ninguno propone patear el tablero. Al fin y al cabo, la fase dura de devolución del préstamo comienza en 2027, cuando ya habrá pasado mucha agua bajo el río. Estos días se transparentaron diferencias entre el cuartel de JxC y los libertarios sobre las señales que la oposición debe dar en relación al programa en curso. Las desavenencias en las filas opositoras sirven al Gobierno a los fines de evitar una colusión no colaborativa que termine de desanclar las expectativas. Aún así, en este punto sería sano que Bullrich y Milei se pronuncien de forma más concluyente sobre su mirada de largo plazo. ¿Van a ir por una reformulación integral del acuerdo? ¿Van a buscar ampliar el acceso a financiamiento con el organismo?
Superada la etapa más dura de la falta de liquidez en dólares, el Ministerio de Economía está dando vuelta la página para hacer control de daños sobre los efectos regresivos de la devaluación impuesta. El programa que acaba de anunciar para sostener la demanda agregada pesa entre 0,5% del PBI y tendrá un efecto multiplicador significativo. El FMI podría mostrar su desacuerdo con expresiones elípticas en la habitual conferencia de prensa quincenal. Ya no es relevante. Massa sabe que su destino político está ligado a revertir mínimamente la percepción de desánimo económico, y para eso poco importa el beneplácito de Kristalina Georgieva.