No fue un martes nada tranquilo para Miguel Borja y el mundo River. A horas de la tarde, el delantero colombiano quedó en el ojo de la tormenta a raíz de una denuncia ante la Comisaría de la Mujer y la Familia de La Unión (Ezeiza) por presunta violencia física sobre sus hijos Joel (siete años) y Samuel (10).
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La acusación fue realizada por la directora del colegio Grilli Canning, al cual asisten los chicos, en base a lo que le había dicho la maestra del hijo menor. Ahí, la Unidad Fiscal N°3 de Ezeiza -que se especializa en delitos sexuales y violencia de género y familiar- le abrió una investigación preliminar y rápidamente inició con los procesos que se suelen llevar a cabo en estos casos.
Finalmente, luego de las pericias realizadas, se constato que los menores no sufren ningún tipo de violencia física por parte de sus padres y se dispuso que ambos vuelvan a su casa. Pero la historia no terminó alí: según confirmó el diario Olé, el goleador del Millonario tomó la decisión de demandar al colegio de sus hijos por, justamente, una falsa denuncia.
A raíz de la denuncia, los chicos primero mantuvieron una entrevista en el Servicio Local y Niñez. También fueron interrogados Borja, que no fue a entrenar, y su esposa Linda Pérez Martínez, de 30 años.
Tras eso, surgió que los menores no sufren ningún tipo de violencia física por parte de sus progenitores y se dispuso que ambos vuelvan a su domicilio del barrio Terralagos. El objetivo es que las presuntas víctimas, pasado un tiempo, puedan declarar nuevamente y ampliar el testimonio para constatar que todo siga en buenos términos.
Por su parte, el delantero de 31 años, que puso testigos a disposición para colaborar con todo el asunto y demostrar que no existe tal violencia, además tomó una drástica decisión.
Según se reveló en las últimas horas, Borja iniciará acciones legales contra el colegio de sus hijos por, justamente, una falsa denuncia.
El relato principal dice que "Joel (el menor) refirió ante su maestra de segundo grado que sufría violencia física" y que le habría contado a su maestra que "cuando se portaban mal tanto él como su hermano Samuel, sus padres les pegaban con cinturones en las piernas".
En ese sentido, la directora contó que "el niño estaba muy angustiado ya que, durante la primera hora de clase, su maestra le llamó la atención por su comportamiento" y que ahí "rompió en llanto" al revelar que no quería que llamaran a su padre por los supuestos actos que ocurrían en el hogar.
Asimismo, desde el instituto educativo explican que la directora solo actuó de oficio y activo el protocolo de violencia contra los menores por el relato de la maestra.
