El Ministro de economía Sergio Tomás Massa sigue acumulando elogios por parte del establishment global, conforme su programa económico aleja a nuestro país de la posibilidad de una crisis severa.
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La figura del ex titular de la Cámara de Diputados se observa en el plano global como un nombre de consenso, que logra unificar las diferentes posiciones en el frente de gobierno, y darle cohesión a la toma de decisiones.
No es la primera vez que Sergio Massa recibe buenos comentarios por parte de los portales especializados. Su nombramiento ya había sido ponderado favorablemente por el Financial Times en el mes de agosto.
El artículo del portal The Economist marca que “Los Fernández recurrieron a regañadientes a Sergio Massa, una tercera figura importante del peronismo, que pasó de presidir la cámara de Diputados a dirigir un Ministerio de Economía reforzado. Ha traído algo de calma, aunque no mucha. Sus objetivos, según le dijo a Bello en su despacho de Buenos Aires, son bajar la inflación tanto recortando el déficit fiscal como generando confianza en el peso con un superávit comercial y reservas de divisas”.
“Massa consiguió reservas mediante el expediente de ofrecer a los sojeros un mejor tipo de cambio para repatriar sus dólares. Aun así, las reservas netas son sólo de US$2000 millones, según el FMI. Para mantenerlas mientras los aficionados argentinos se preparan para viajar a Qatar para la Copa del Mundo de fútbol del próximo mes, ha introducido un impuesto sobre los gastos de los turistas en el extranjero. Ha reducido los gastos del gobierno, ha elaborado un presupuesto más estricto y está trabajando en la reducción de los subsidios indiscriminados de las facturas de servicios públicos y del transporte público. La inflación ha ayudado a este esfuerzo al recortar el valor real del gasto. El ministro recibió un espaldarazo cuando el FMI aprobó el 7 de octubre un desembolso de US$3800 millones (aunque el dinero volverá a ser para el pago de la deuda). El Fondo elogió los esfuerzos de Massa, pero advirtió que los riesgos siguen siendo altos”, continúa la editorial.
Continuando, The Economist asevera que “El mayor de esos peligros es el político. La vicepresidenta Fernández de Kirchner tuiteó que el gobierno debería hacer más para moderar los precios de los alimentos; su hijo, Máximo, diputado, criticó el dólar soja. Sin embargo, Fernández debe saber que Massa es lo único que se interpone entre la Argentina y el caos. El país se enfrenta a unas elecciones generales dentro de un año, que se espera que gane la oposición. La reforma profunda de la economía y la vuelta al crecimiento sostenido tendrán que esperar a un gobierno más fuerte y decidido. Para el actual “el objetivo es sobrevivir, porque no gobiernan”, dice Luis Tonelli, politólogo cercano a la oposición. Enfrentada a acusaciones judiciales por corrupción (que según ella son una persecución política), a Fernández le interesa ser reelegida como senadora para conservar la inmunidad frente a la cárcel”.
“Massa es un rival y un aliado. A sus 50 años, se cree que tiene ambiciones presidenciales. Es un ejemplo de la vertiente conservadora del peronismo que gobernó en los años 90 con Carlos Menem, pero que fue marginada por el populismo de izquierdas de Fernández. Si fracasa, será simplemente una nota a pie de página en el fracaso del gobierno. Si lo hace demasiado bien, Fernández de Kirchner podría eliminarlo. Pero Massa tiene al menos una modesta oportunidad de frenar el deterioro de la situación de la Argentina. Si lo hace, se habrá hecho un nombre para el futuro”, cierra el portal financiero global.