El pasado martes, Volodimir Zelesnki publicó en sus redes sociales un mensaje crítico hacia la OTAN. “Ucrania también merece respeto”, señaló el mandatario luego de calificar de “absurda y sin precedentes” la actitud de la organización hacia el pedido de adhesión por parte de Kiev.
“No hay un marco de tiempo ni para la invitación (!) ni para la membresía de Ucrania”, expresó Zelenski, molesto por la inclusión adicional de condiciones que debería cumplir su país para ser invitado a formar parte de la organización, algo que el presidente ucraniano daba por descontado. “Parece que no hay disposición ni para invitar a Ucrania a la OTAN ni para convertirla en miembro de la Alianza”, agregó.
Según reporta el Washington Post, las declaraciones de Zelenski habrían desatado la “furia” de la delegación que viajó a Vilna en representación de Estados Unidos.
En vísperas de la cumbre, Joe Biden había declarado que no apoyaba la incorporación de Ucrania a la OTAN hasta que finalizara la guerra con Rusia.
Jens Stoltenberg, secretario general de la alianza militar, intentó poner paños fríos reivindicando la contundencia del apoyo a Ucrania acordado en la cumbre, expresado centralmente en el envío de armamento. Y agregó que "la tarea más urgente ahora es asegurar que Ucrania gane" [la guerra con Rusia]. "Porque a menos que gane Ucrania, la membresía no se discute en absoluto".
La mayoría de los Estados que integran la OTAN consideran que el ingreso de Ucrania podría conllevar a una mayor escalada del conflicto, dado que su reglamento estipula la intervención militar plena de los miembros en caso de que uno de ellos sea agredido. En este caso, los países de la alianza se verían obligados a participar directamente de la guerra.
Rusia considera que la incorporación de Ucrania a la OTAN constituye una amenaza directa a su seguridad nacional, siendo además uno de los fundamentos de la invasión iniciada en febrero de 2022.