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Tasa-tasa o cada uno para su casa…

El Gobierno definió una suba de tasa de interés para alinear la política monetaria con el nuevo contexto macro. Busca evitar desequilibrios mayores que disparen otra corrida, pero puede afectar la producción.

Domingo, 14 de agosto de 2022 a las 12 43

Por Sergio Chouza

Economista y docente UBA/UNdAv

Domingo, 14 de agosto de 2022 a las 12:43

El Banco Central subió la tasa de interés de referencia (Leliqs a 28 días) en 9,5 puntos hasta el 69,5% TNA. Hace solo dos semanas el Gobierno ya la había elevado en 8 puntos, en una clara intención de acercar la remuneración del capital a niveles similares con la inflación esperada. La nueva tasa de interés es la más elevada desde octubre del 2019, y el equivalente mensual es del 5,7%. Implica un equivalente efectivo anual del 96,8%, empujando en igual magnitud a la tasa que deben pagar los bancos para los plazos fijos de las personas humanas (para depósitos de hasta $10 millones). Al mismo tiempo se eleva toda la curva de tasas del sistema, como la que los consumidores deben pagar por el financiamiento de la tarjeta. Se revierte así la tendencia de abaratamiento del costo de financiamiento, adaptando al nuevo escenario financiero de mayor stress.

La decisión del Ejecutivo tiene una racionalidad económica: la estructura de tasas de interés estaba desalineada con toda la nominalidad de la economía argentina. La medida era necesaria por tres factores:

  • Movilizar el ahorro en moneda nacional, dado el incentivo que implica una remuneración más alta por el dinero. En otras palabras, que la codicia le gane el pánico y más inversores se queden en moneda doméstica.
  • Terminar con el subsidio de pesos baratos, que se daban vuelta y corrían a la brecha cambiaria. El desacople entre la tasa de interés y la tasa de devaluación esperada era un incentivo inmenso para dolarizar posiciones de forma automática.
  • Encarecer el acopio y aumentar el costo de oportunidad de retrasar la comercialización (principalmente en granos). Hoy la tasa de interés barata facilita al sector exportador apalancarse en pesos a la espera de mejores condiciones cambiarias a futuro.

Claro que la decisión económica de aumentar la tasa de interés no es todo color de rosa. El encarecimiento de los pesos va a tener consecuencias negativas sobre la producción y el consumo. En el primero de los pilares el impacto puede ser acotado, tanto porque la penetración del crédito en Argentina es baja, como porque el Gobierno aún mantiene líneas de crédito subsidiadas. En el segundo aspecto posiblemente la incidencia sea mayor porque hoy un gran número de familias financian sus compras pagando el mínimo de la tarjeta de crédito. No obstante, moderar parcialmente la dinámica del consumo interno también puede ser efectivo en pos de morigerar la carrera entre precios y salarios, toda vez que hoy el proceso inflacionario está parcialmente tirado por la demanda.

Volviendo a la macroeconomía, la definición de tasa de esta última semana se debe comprender como una componente necesaria para un programa anti inflacionario no formalizado. El Ministro Massa busca recomponer gradualmente los equilibrios perdidos, y para eso tiene que ordenar el funcionamiento de diferentes variables y mercados. El giro hacia la prudencia además se integra por el fin de la emisión monetaria, bajo cumplimiento estricto de los parámetros acordados con el Fondo Monetario. También por un programa de austeridad fiscal que comenzó con directrices muy estrictas en el control de gasto de las diferentes áreas de gestión, en función a la cuota presupuestaria establecida.

El objetivo del Ejecutivo es neutralizar un escenario disruptivo, donde se espiralicen las variables nominales y la inflación no encuentre techo. El desalineamiento de tasa de interés, tasa de devaluación y tasa de inflación no ayudaba a darle coordinación al sistema de precios. La adecuación de la tasa al nuevo escenario macro es una señal básica de consistencia en la política económica. Es difícil predecir si estos atisbos de orden básico serán suficientes para anclar las expectativas y evitar una disparada inflacionaria. El número a seguir de cerca es el stock de reservas netas, evaluando la capacidad del Gobierno de construir el puente de dólares para cerrar el año, evitando una devaluación. Son todos equilibrios muy delicados, y nada garantiza el éxito del nuevo programa. Pero el equipo económico empieza a hacer lo que hay que hacer para evitar una profundización de la crisis. Si lo logran bien, y si no lo logran ‘tasa-tasa, cada uno para su casa’…

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