"De la felicidad al drama en 40 segundos", así tituló Guillermo Panizza la dramática situación que vivió el pasado viernes de 2 de agosto mientras viajaba en avión junto a su familia rumbo a unas esperadas vacaciones. "En pocos segundos, sentí como si me hubiera apagado, todo se puso negro. Mis movimientos convulsivos y los gritos despertaron a Giselle, mi pareja", relató el periodista de Telefe.
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Según contó en su cuenta de Instagram, los médicos le dijeron que sufrió un “síncope convulsivo” y que todavía están estudiando las causas de su cuadro clínico.
Para su suerte, en el mismo avión viajaban dos médicos egresados de la Universidad Nacional de Buenos Aires, quienes le pidieron a la tripulación hacer un aterrizaje de emergencia. “Acabábamos de pasar Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, los pilotos dispusieron el giro en 180 grados, pidieron prioridad a la torre de control y en solo 15 minutos lograron aterrizarme”, continuó el periodista.
El conductor de Telefe Noticias partió desde el aeropuerto de Ezeiza con su esposa, Giselle, y sus dos hijas, Magui y Lola. Sin embargo, a las tres horas de que saliera el avión tan esperado, se desató en sí un episodio cardíaco. “Dormitando, empiezo a tener sensaciones extrañas. Mucho calor, palpitaciones, náuseas. Los recuerdos desde ese momento se tornan difusos”, comenzó contando Panizza.
“El pedido de ayuda, un pasajero a mi lado que asiste, la desesperación de mis hijas, dos médicos que acuden a mi asistencia. Me quejaba de un fuerte dolor en el pecho, me faltaba el aire. Atentas y eficaces, las azafatas acercan un tubo de oxígeno. Dos pasajeros médicos ordenaban el panorama e intentaban tomar una decisión. Personal de a bordo pide la presencia del comandante: había que resolver”, detalló a continuación.
“Erik Manuel Cabrera Castedo es un reconocido neurocirujano recibido en la UBA; Sergio Papier un prestigioso especialista en medicina reproductiva. Los dos acudieron de inmediato al llamado de las azafatas. Los dos me asistieron, contuvieron a mi familia, nos ayudaron en la urgencia. Fueron ángeles de la guarda, apariciones benditas en un momento dramático. Un Dios aparte que ellos viajaran en el mismo vuelo y acudieran como lo hicieron, solidarios, ejemplares, enalteciendo su profesión, poniendo sobre todo el valor de ayudar a los demás”, narró Panizza.
“Erik no dudó en pedir el aterrizaje de emergencia en el aeropuerto más cercano. El médico boliviano estampó su firma y aportó su matrícula profesional para avalar el aterrizaje. Los pilotos de Aerolíneas pusieron todo lo suyo: acabábamos de pasar Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, dispusieron el giro en 180 grados, pidieron prioridad a la torre de control y en solo 15 minutos lograron aterrizarme”, continuó el periodista.
“Me dolía el pecho y me faltaba el aire. Cuentan que mi hija menor lloraba desconsolada y la mayor se descompuso. Estaban en shock. Aterrizamos. No tengo mucha noción del tiempo. A la situación desesperante se le agregaba la incertidumbre de encontrarnos en un país extranjero. 4.32 de la madrugada del martes 23 de julio, mi nueva fecha de cumpleaños”, recordó acerca de lo vivido.
En la publicación de Instagram, Panizza agradeció a todas las personas que ayudaron a contener a su mujer y sus hijas durante su internación e hizo foco en su colega Diana Deglauy, quien viajaba en su mismo vuelo y dio aviso a Buenos Aires para que se desencadenara toda una red de contención en torno al periodista y su familia.
Luego detalló cómo se dio su internación. “La soledad de la internación en terapia intensiva, los ruidos, los protocolos, los cuidados, los pinchazos, el miedo… Sí, el miedo y mucho a que pueda volver a pasar. La cabeza que no deja de trabajar. La culpa por haber frustrado las vacaciones a la familia, las dudas sobre lo que vendrá, el desafío de una nueva vida a empezar”, contó.
“Nada como estar en casa, después de tantos estudios y temores, después de esos cinco días de incertidumbre, tratando de determinar qué pudo producir un ‘síncope convulsivo’, posiblemente por una arritmia según los médicos de Santa Cruz de la Sierra”, describió sobre lo que le dijeron en la clínica, a la vez en que le agradeció al personal médico.
“Los exámenes son alentadores, todo parece ir bien y después de seguir la internación en Buenos Aires. Ya estoy en casa con el susto y los pensamientos positivos que deja todo lo que pasó durante las ‘vacaciones’ en la clínica”, contó Panizza, quien, por otra parte, cerró su escrito con la importancia de valorar el tiempo y realizarse los chequeos médicos pertinentes de manera periódica.
“Que esos cinco días de ‘vacaciones’ en la clínica sean un severo llamado de atención para explorar un nuevo desafío. Un amigo me dijo: ‘Más que el por qué, pensá en el para qué'. Sabio. Por mi familia, por mí y por todas esas personas maravillosas con las que me he cruzado y que me han ayudado. No dejemos para otro momento un ‘Te amo’ o un ‘Te quiero’ a nuestros seres queridos. Lo esencial es invisible a los ojos… y nuestro tiempo es efímero, es hoy”, finalizó.