Casi dos años después del intento de asesinato de la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner, este miércoles 26 de junio, el Tribunal Oral Federal 6 comenzará a juzgar a los acusados por intentar matar a la entonces vicepresidenta cuando llegaba a su casa ubicada en el barrio porteño de Recoleta el pasado 1 de septiembre del 2002.
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Los imputados, Fernando Sabag Montiel, quien le apuntó y gatilló en la cabeza, su exnovia Brenda Uliarte y el jefe de ambos, Nicolás Carrizo, quien está señalado como un participante secundario, se enfrentarán a un juicio oral donde se espera que declares cerca de 300 testigos, entre ellos la propia Cristina, quien además oficiará de querellante en la causa.
La primera instancia del proceso iniciará a las 9.30, estará a cargo de los jueces Sabrina Namer, Adrián Grünberg e Ignacio Fornari y se llevará a cabo en la sala AMIA, la más grande de los tribunales de Comodoro Py 2002. El objetivo de la querella girará en torno a poder comprobar que existieron vínculos políticos que facilitaron que se lleve adelante el ataque. Vale aclarar que esta hipótesis se está investigando en una causa paralela y no forma parte de la centralidad de este proceso.
La relevancia de este caso impulsó a reforzar la seguridad del edificio y por disposición del tribunal, las cámaras de televisión solo podrán registrar el inicio del debate. Además, según se especula, el juicio oral podría extenderse por más de seis meses, teniendo en cuenta la cantidad de testigos y que será un día de audiencia por semana.
Por su parte, la ex presidenta no tendría previsto asistir a las audiencias, al menos hasta el momento en que le toque declarar como testigo. Esta situación podría suceder recién entre agosto o septiembre. En tanto, se espera un proceso sin muchas complejidades ya que los registros fílmicos y testimoniales de lo que sucedió la noche del 1° de septiembre de 2022, son contundentes.
Tras el pedido del fiscal Diego Luciani, para que Cristina cumpla 12 años de prisión, acusada por asociación ilícita y defraudación al Estado en la causa Vialidad, sus seguidores comenzaron a esperarla frente a su domicilio, ubicado en la esquina de Montevideo y Juncal. Evadiendo la custodia, Sabag Montiel, se mescló entre la multitud y acercó su arma, una Bersa calibre 32, hasta la cabeza de la entonces vicepresidenta y gatilló al menos una vez. Afortunadamente, la bala nunca salió porque no estaba cargada en la recámara.
El autor del ataque, está acusado del delito de "homicidio doblemente calificado por alevosía y el concurso premeditado de dos o más personas agravado por el uso de arma de fuego" en grado de autor.
En el caso de su novia, quedó imputada por el mismo delito pero en calidad de coautora. Uliarte se encontraba ese día a metros de Sabag Montiel y luego de que falle el intentó de asesinato, se escabulló en el tumulto. Fue detenida tres días después cuando se detectó su presencia en el lugar de los hechos y tras los peritajes a su teléfono quedó a disposición de la justicia.
Por su parte, Carrizo quedó involucrado como partícipe secundario. Las conversaciones con su hermana que se encontraron en su teléfono, cuando lo entregó voluntariamente como testigo, lo terminaron complicando.
La palabra de Cristina tras el intento de magnicidio
Ante la jueza María Eugenia Capuchetti y el fiscal Carlos Rívolo, la expresidenta contó su percepción sobre el difícil momento que le tocó atravesar: "Cuando vine acá luego de salir del Senado la gente me estaba esperando a la salida de casa con cánticos, apoyo y libros para firmar. Cuando bajo, hago un trayecto y la gente se forma en un semicírculo sobre la calle Juncal", comenzó.
"Yo comienzo a caminar, saludo a la gente y muchos de ellos traen libros para que se los firme. Cuando estaba dando la vuelta por la calle Juncal, veo que alguien revolea un libro. Es la primera vez que me pasa desde que presenté el libro", confesó y agregó: "Nunca me paso que revoleen un libro. Cuando pasa eso, me agacho a agarrarlo. Cuando me levanto, veo que se arma un tumulto de personas que agarran a una persona".
"Ahí recordé que el día anterior un repartidor había agredido a una persona de mi custodia y pensé que era un caso similar. Luego, termino el circulo, firmo unos libros más y entro a mi domicilio. Cuando venía en el ascensor, mi secretario Diego Bermúdez estaba muy nervioso y me dijo que creía que había habido un arma porque había escuchado un clic. Cuando llegamos al domicilio, nos sentamos en el comedor diario, vimos las imágenes y constatamos lo que había ocurrido. Ahí me empiezo a enterar lo que había pasado", declaró CFK.
