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Para entender la unidad nacional

Las apelaciones de Sergio Massa a la idea de formar un gobierno de unidad nacional pueden redundar en ansiedad y confusión en la base de sustentación.

Martes, 31 de octubre de 2023 a las 11 14

Las apelaciones de Sergio Massa a la idea de formar un gobierno de unidad nacional pueden redundar en ansiedad y confusión en la base de sustentación.

Por eso, tal vez haya que desmenuzar su sentido con preguntas que abran camino a la comprensión.

Lo primero que habría que decir es que quien se detenga en la palabra unidad y la piense como el álbum de figuritas multipartidario terminará angustiado. Porque esa forma de concebir la unidad como una foto de familia en la que los primos se odian y el tío no se habla con los abuelos deriva en disquisiciones traumáticas frente al escenario electoral.

Es decir, la militancia entra en contradicciones profundas cuando el peronismo tiene que aceptar la incorporación de radicales que verduguearon a sus compañeros en la lucha.

Sin embargo, lo más adecuado sería ingresar a este problema por la puerta de la palabra “nacional”. Porque es el significante que define geográfica y políticamente la disputa.

El sentido de incluir lo nacional en el binomio implica redefinir los términos del antagonismo en esta etapa. La pelea, y quedó demostrado en la primera vuelta electoral, ya no corta por kirchnerismo y antikirchnerismo sino por intereses nacionales o extranjeros.

Si para ser profundos primero hay que ser anchos, la manera más potente de incluir en el campo popular de cara al ballotage es traducir el clivaje de peronismo y antiperonismo llevándolo a sencillo pero potente par dicotómico de patria y antipatria.

En el gobierno de unidad nacional que promete Massa, podríamos postular, es más importante lo nacional que la unidad. O mejor dicho, la única unidad posible es partir de la delimitación de la defensa de los intereses nacionales.

Así, se resignifica la grieta. No es que desaparece sino que se establece el conflicto entre los que pregonan la apertura indiscriminada de los mercados y la entrega de los recursos naturales versus los que se planten para construir y planificar un país con independencia económica y soberanía política.

El sentido de la unidad nacional, entonces, debe empezar por entender que Javier Milei es aupado por los fondos buitres que litigan en Nueva York contra YPF, mientras que Unión por la Patria cuidará el bolsillo de los que necesitan llenar el tanque en Argentina y fijará el precio del barril por debajo de los valores de exportación.

En síntesis, la disputa en curso no es de nombres sino de proyectos. Las trayectorias de ciertos hombres hiere y duele pero la discusión ya no es con dirigentes locales que interpretan los intereses de los dueños del país. La escena política actual cristaliza el choque entre los que quieren que Argentina se vuelva una colonia que emparde sus indicadores sociales con los de República Dominicana y los que anhelan sacarle al pueblo la rodilla en la nuca de los que no lo dejan ponerse de pie.

*Por Cynthia García y Pablo Di Pierri

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