Este viernes, la Universidad Nacional de Villa María le realizó un homenaje (honorable reconocimiento) al ex Presidente de Uruguay, José Pepé Mujica. El homenaje consistió en declararlo profesor honorario de la Universidad. Pepe, con su estilo campechano y rioplatense, se despachó con un discurso de esos que después alguien, con mucho atino y generosidad, sube a youtube, lo subtitula y lo convierte en un merecido éxito.
Aunque se presentó (y efectivamente lo fue) como la “Primera actividad del programa Agenda esencial para el desarrollo: Diálogos esenciales-impostergables con referentes de la política nacional y regional”, el discurso de Pepe es para oírse a la sombra de una parra (o hacer de cuenta que ahí estamos), con el mate (cada uno con el suyo), y con esa atención que le prestábamos a nuestros abuelos o abuelas (o que algunes todavía tienen la dicha de hacerlo), o a los tíos o tías, o a los viejos o viejas del barrio o de la familia. Así hay que escucharlo a Pepe; y la sensación será, compruébenlo si no, la de escuchar a un profeta, o a un sabio, o a cualquier concejero noble y genuino, que con cercanía y amor nos recuerda, por ejemplo, que “no es ninguna carga tener una causa por vivir”, porque si “vivir es un milagro”, “no luchemos para ser eternos, sino para arrimar un pequeño escaloncito al capital común que se llama civilización humana”. En ese sentido, el ex Presidente de Uruguay afirma: “Si no tenes una causa, el mercado te va a orientar la vida, y se va a hacer cargo del tiempo y el fruto de tu vida, y siempre va a tener una novedad para ofrecerte y hacerte confundir ser con tener”.
La pertinencia y la coherencia de su discurso (y de su praxis) interpela a cualquiera que esté pensando en algo más que en solamente explotar y disfrutar los recursos que la tierra (todavía) nos da en el presente. Este capitalismo voraz –que empodera a los pocos de siempre y desplaza, explota y descuida a los muchos de nunca–, si no es responsable de la crisis global sin precedentes en la que estamos metidos, tampoco nos ayudó en nada para evitarla, y tampoco nos sacará del lío, porque como lo deja entrever Mujica, se trata de un sistema que multiplica las necesidades al infinito y en ese sentido, su voz señala una alternativa, un camino diferente (incluso opuesto): “el hombre puede, a la larga, hacer un mundo mejor; no solo hacer edificios altos, aviones, cuetes, tiene la capacidad de poder construir lentamente, con muchas contradicciones, un mundo menos egoísta; si nos quitamos la esperanza de colaborar en la gestación de un mundo mejor ¿cuál es el sentido profundo de la vida y de la existencia?”. Y lo que muchas veces es planteado como un interrogante, Mujica lo convierte en afirmación y esperanza: “Vale la pena luchar por un mundo en donde lo mío y lo tuyo no nos creen un abismo de separación”. “Mi vida es una invitación… los sapiens pasamos, las causan quedan; el viejo sueño de la igualdad no es una utopía”, debemos reinventarlo, porque la capacidad está intacta. La pregunta, ahora, será por cómo y dónde está la voluntad; “la libertad está en la cabeza”.
Mujica es uno de esos líderes de este siglo, no digo nada nuevo, que ya ha entrado y que no saldrá jamás de la historia grande. Es un referente –político, social, moral y filosófico– para cualquier sujeto que se asuma como progresista; pero además Mujica es escuchado desde todas las baldosas de esta gran vereda de la política. Y, lo mejor, es que todavía lo tenemos del otro lado del Río, como un referente activo (tal vez desde el único racionalismo político posible), como un faro del pensamiento latinoamericano y universal. Mujica, además de invitarnos a ir en busca del “sentido profundo de la vida”, y de ubicarnos en el momento histórico -cuando se pregunta si acaso no vamos camino a un holocausto ecológico, por ejemplo-, nos aviva con su compromiso: “viva la Argentina, viva Latinoamérica; como dice un historiador argentino: La liberación colonial nos permitió hacer unos cuantos países, está pendiente la nación”; y como lo indica el mismo Pepe: “Solo la inteligencia militante puede hacer frente a este porvenir”.
II
EL POEMA DE PEPE MUJICA (ADAPTACIÓN)
Otra opción es leerlo a Pepe Mujica como a un poeta. Este servidor ordenó algunas de sus palabras y de sus ideas –vertidas en la charla en la Universidad Nacional de Villa María, y comentadas en la nota anterior– y las adaptó para leerlas como si efectivamente se tratara de un poema. Con el mayor de los respetos y con toda la admiración, sería algo así
Reflexiones sobre la libertad y el tiempo
José Mujica
No soy más que un paisano con unas cuantas lecturas
y si he pasado las que he pasado
es porque me he metido en bailes complicados
y me faltó capacidad atlética
porque si no, no me hubieran agarrao´
les quiero decir a los muchachos:
están entrando en un mundo
que cambia aceleradamente
con el impacto colosal
de la civilización digital
con el uso de las tecnologías
y el uso masivo (y peligroso) de la inteligencia artificial
y este asunto, en manos privadas,
en manos de intereses económicos
es un arma de dominación
y las nuevas generaciones tendrán que luchar
porque hay que mantener
la llamita de la libertad;
la explosión tecnológica
está poniendo en cuestión la vida
y los equilibrios del planeta,
cabe hacerse la pregunta:
¿vamos camino a un holocausto ecológico?
porque el calentamiento global no es pavada
no se puede más discutir esto
solo la inteligencia militante puede hacer frente a este porvenir
tal vez dentro de 50 o 60 años los que tengan mucha plata
van a poder estirar la vida
pero será posible solo si seguimos en esta lógica
habrán conquistado una casa en Florianópolis o en Miami
y andarán en avión privado
pero también pueden tener una causa para vivir
voy a ser más claro:
si no tenes una causa
el mercado se va a hacer cargo del tiempo y el fruto de tu vida
siempre va a tener una novedad para ofrecerte
y hacerte confundir ser con tener;
la libertad está en la cabeza
en una sociedad que lucha por acumular y acumular
lo que se acumula no es plata
es la suma del tiempo gastado para tener esa plata
por eso les pido que piensen
no es ninguna carga tener una causa para vivir
si la vida es un milagro
buscarse una causa para vivir y luchar
no para ser eterno
sino para arrimar un pequeño escaloncito de progreso
a ese capital común que se llama civilización humana
vale la pena luchar por un mundo
en donde lo mío y lo tuyo
no nos creen un abismo de separación
la igualdad es imposible
la naturaleza no hace iguales
hace semejantes
pero, como la entendemos,
la lucha es por la igualdad en el derecho de partida
en el derecho a la oportunidad
–después cada cual dará lo que pueda–
los invito
no a que estén de acuerdo
sí a que piensen.