En el primer semestre del año las compras de bienes en el exterior se van a posicionar en torno a los U$S 40.000 millones, promediando más de U$S 6.700 millones mensuales. A todas luces son cifras demasiado elevadas que van carcomiendo parte del saldo de exportaciones.
En el desglose por segmentos, hoy el aumento de importaciones está liderado por los bienes intermedios y combustibles. Los primeros motorizados por la recuperación productiva y la alta dependencia por insumos importados. Los segundos hoy afectados por el proceso alcista de precios internacionales y las mayores necesidades locales, dada la insuficiencia de oferta interna. A menor velocidad, en cambio, suben las importaciones de bienes de consumo y vehículos automotores. Se trata del bloque de productos que primero se apuntaría para racionalizar compras, aunque esto generaría consecuencias.
Desde el plano técnico, las condiciones externas para nuestro país son muy favorables. Los términos de intercambio se encuentran en niveles récord histórico, con un índice que se posiciona 19,5% por sobre los niveles de hace tres años atrás, y 1,9% arriba del máximo previo.
La dificultad del BCRA para engrosar sus arcas se explica por una multiplicidad de factores:
- El retorno del déficit en servicios, altamente signado por el turismo, tras el final de las restricciones en el marco de la pandemia.
- Demora en el ingreso de dólares producto de créditos con agencias multilaterales, que en 2022 presenta saldo neto negativo.
- Importaciones que crecen tanto en precios como en cantidades, y no son compatibles con el nivel actual de producción interna.
Sin dudas las importaciones constituyen el principal factor explicativo de la salida de dólares. En el primer semestre del año mostraron un avance significativo, tocando máximos desde el año 2018, y con niveles similares al promedio 2011/2014. Acá parece darse una primera anomalía, ya que los niveles de producción no son compatibles. El efecto que está desnivelando hoy sin dudas está vinculado con las distorsiones de la brecha cambiaria. Tanto el mayor stockeo de bienes, como los incentivos a subdeclarar el valor de las exportaciones y sobrefacturar parcialmente las importaciones. Estos problemas surgen por un régimen cambiario que hace casi dos años tiene una segmentación de facto con un diferencial muy elevado. Se puede supervisar mejor, pero mientras no se supere el problema de fondo migrando a un sistema más racional, siempre van a surgir alternativas para el desvío.
Bajando la lupa sobre las importaciones, se encuentran aumentos significativos en algunos rubros de consumo relevante. Por caso, la compra de combustibles aumenta 180% en el primer cuatrimestre del 2022, dada la suba sostenida en los precios internacionales.
El Gobierno parece estar en un equilibrio malo: intenta no restringir importaciones para frenar la actividad, pero la misma dinámica productiva termina limitando la posibilidad de acumular dólares que permitan reducir las expectativas de devaluación. Así, persiste una elevada brecha y hay incentivos a importar en exceso.
¿Qué alternativas se podrían implementar para acotar la baja de reservas? Un “Plan Torniquete” hoy surge como una posibilidad concreta. Consistiría en poner un cupo informal a los dólares disponibles para importar, que se vaya distribuyendo entre las diferentes erogaciones. Por caso, si se recortan importaciones hasta niveles compatibles con el nivel de actividad actual, se podrían reducir aplicaciones por U$S 13.500 millones en año, equivalentes a U$S 1.125 millones mensuales. Si también se redujeran pagos por servicios (algunos sobrefacturados) y se acotara la formación de activos externos (FAE) de personas humanas, la cifra de ahorro potencial podría escalar hasta los U$S 16.300 millones, o sea U$S 1.360 millones mensuales.
Ahorro potencial de dólares, según tipo de aplicaciones
(en millones de U$S)
Fuente: elaboración propia en base a ICA-INDEC y BCRA.
Hacia delante, ninguna de las alternativas está exenta de consecuencias negativas contingentes, ya que el contexto macroeconómico dista de ser ideal. Son estrategias paliativas ante un escenario crítico de reservas, que hoy presenta riesgos concretos de desborde en caso de que predominen las presiones devaluatorias y eso se siga propagando hacia los precios internos. Como ya se mencionó, son todos efectos negativos por la existencia de una brecha cambiaria tan elevada. Es contrafáctico discutir si se podrían haber seguido otros caminos para normalizar el mercado cambiario en algún pasaje de esta administración. El contexto externo nunca fue confortable, pero el cierre de la renegociación con los privados y el FMI parecían ser el ancla necesaria. Revisión que quedará para los libros de historia. Por lo pronto nuestra economía sigue en modo emergencia…