Roberto Dromi, de 79 años, la cara más visible del plan de desguace del menemismo murió sin que la Justicia lo haya condenado por las denuncias de coimas y sobreprecios que fueron moneda corriente en el país al inicio de los noventa.
Los antecedentes de Dromi
Las crónicas de décadas anteriores ubican el nacimiento de Dromi en Mendoza, mismo terreno en el que la sanguinaria dictadura lo eligió como el intendente a cargo de la capital provincial. Fue entre 1981 y 1982, época final de Proceso y cuando Dromi no hacía gala de su peronismo en sangre. La posdictadura lo pasó en el Congreso de la Nación, cuando pudo hacerse un lugar como asesor de diputados y senadores.
Su época menemista
El gran paso fue con Carlos Menem. El especialista jurídico en derecho administrativo quedó al frente del Ministerio de Obras y Servicios Públicos, pero fue mucho más que eso. Él mismo confesaba, en realidad, el cargo que le habían dispuesto: "Gerente de Privatizaciones", confesaba en el último año de la década de los ochenta a la revista Gente. En aquella entrevista daba entender que "Doña Rosa" -el público imaginario al que hacía referencia Bernardo Neustad- no tenía por qué abonar "un estado ineficiente" y que el objetivo central era reducir el déficit fiscal. Un latiguillo que pese a los años y las evidencias no pierde vigencia en la derecha argentina.
Así las cosas, el gerente elegido por Menem continuó incipiente camino de Rodolfo Terragno en tiempos de Raúl Alfonsín, quien había intentado un proyecto de apertura a capitales foráneos en el caso de Aerolíneas. Dromi -con la venia de Menem- fue a fondo: primero fue ENTel, luego dos canales de TV abierta (el 11 y el 13), Aerolíneas, peajes, Segba, Obras Sanitarias, YPF y Somisa. "Nada de lo que deba ser del Estado seguirá en manos del Estado", fue el ¿lapsus? de Dromi delante de Menem en un acto en la Casa de Gobierno cuando comenzó la etapa de las privatizaciones.
Se fue sin pagar la cuenta. Roberto Dromi, de 79 años, la cara más visible del plan de desguace del menemismo dejó este plano sin que la Justicia lo haya condenado por las denuncias de coimas y sobreprecios que fueron moneda corriente en el país al inicio de los noventa.
Las crónicas de décadas anteriores ubican el nacimiento de Dromi en Mendoza, mismo terreno en el que la sanguinaria dictadura lo eligió como el intendente a cargo de la capital provincial. Fue entre 1981 y 1982, época final de Proceso y cuando Dromi no hacía gala de su peronismo en sangre. La posdictadura lo pasó en el Congreso de la Nación, cuando pudo hacerse un lugar como asesor de diputados y senadores.
El gran paso fue con Carlos Menem. El especialista jurídico en derecho administrativo quedó al frente del Ministerio de Obras y Servicios Públicos, pero fue mucho más que eso. Él mismo confesaba, en realidad, el cargo que le habían dispuesto: "Gerente de Privatizaciones", confesaba en el último año de la década de los ochenta a la revista Gente. En aquella entrevista daba entender que "Doña Rosa" -el público imaginario al que hacía referencia Bernardo Neustadt- no tenía por qué abonar "un estado ineficiente" y que el objetivo central era reducir el déficit fiscal. Un latiguillo que pese a los años y las evidencias no pierde vigencia en la derecha argentina.
"Nada de lo que deba ser del Estado seguirá en manos del Estado"
Así las cosas, el gerente elegido por Menem continuó incipiente camino de Rodolfo Terragno en tiempos de Raúl Alfonsín, quien había intentado un proyecto de apertura a capitales foráneos en el caso de Aerolíneas. Dromi -con la venia de Menem- fue a fondo: primero fue ENTel, luego dos canales de TV abierta (el 11 y el 13), Aerolíneas, peajes, Segba, Obras Sanitarias, YPF y Somisa. "Nada de lo que deba ser del Estado seguirá en manos del Estado", fue el ¿lapsus? de Dromi delante de Menem en un acto en la Casa de Gobierno cuando comenzó la etapa de las privatizaciones.