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Alberto Fernández cruzó a La Nación por una fake news sobre su patrimonio

El Presidente salió al cruce tras la publicación de una nota que aseguraba que su patrimonio al igual que el de Cristina Kirchner se "triplicó en un año".

Jueves, 01 de septiembre de 2022 a las 16 06

Por Redacción

Jueves, 01 de septiembre de 2022 a las 16:06

El presidente Alberto Fernández cruzó al diario La Nación por una fake news y habló sobre la “decrepitud del periodismo argentino” tras la publicación de una nota que aseguraba que su patrimonio “se triplicó en un año”.

El jefe de Estado publicó en sus redes sociales una carta en repudio al medio opositor en la que aseguró que actualmente tiene “los mismos bienes” que tenía cuando asumió como Presidente de la Nación en 2019.

“Esta mañana el diario La Nación tituló que 'Se triplicaron en un año los patrimonios de Fernández y de Cristina Kirchner'. Otra muestra de la decrepitud que exhibe altivo parte del periodismo argentino”, escribió en su cuenta de Twitter.

En el escrito explicó que en su barrio era conocido como “el hijo del juez” y que nunca perteneció a una familia acaudalada. En ese sentido, se definió como “un profesional de la clase media" que toda su vida gozó de los lujos “que ocurren en la clase media argentina”.

“Con esos bienes accedí a la Presidencia de la Nación. Son exactamente los mismos bienes que hoy tengo. Nada se incrementó en mi patrimonio”, afirmó el mandatario. De igual forma, explicó que los únicos bienes que aumentaron fueron “el efecto de los revalúos dispuestos por el Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y la Administración Federal de Impuestos”.

La carta del presidente Alberto Fernández

En 1998, Tomás Eloy Martínez escribió un formidable Decálogo del Periodista. Diez reglas que, de cumplirse cabalmente, ennoblecerían la labor de quien informa. El séptimo mandamiento de ese decálogo reza que todo periodista debe “evitar el riesgo de servir como vehículo de los intereses de grupos públicos o privados”.

Hace dos años atrás, prologando un libro titulado “Periodismo. Instrucciones de uso. Ensayos sobre una profesión en crisis”, Reynaldo Sietecase sostuvo que “en el fragor de la pelea política dejó de ser relevante si lo que se comunica es cierto. Lo que importa es su efecto. Para algunos esa lógica se hizo habitual a la hora de comunicar”.

Esta mañana amanecí y vi que el diario La Nación encabezaba su edición con un título a cuatro columnas que dice textualmente “Se triplicaron en un año los patrimonios de Fernández y de Cristina Kirchner”.

Nunca me canso de decir que soy, en esencia, un profesional de la clase media. He sido criado en una familia en la que el padre era un juez que al tiempo de ser cesanteado en agosto de 1976 por quienes asaltaron el poder de la república, vivía en una casa alquilada en Villa el Parque y poseía un automóvil Cadillac modelo 1949. En el barrio, no era “el hijo de la familia acaudalada”. Era simplemente “el hijo del juez” y ese era mi mayor orgullo.

Crecí, recibí educación pública, me gradué en abogacía, construí una familia, pude comprar una casa en la que maduró mi hijo mayor, me asocié en la compra de una oficina y pude disfrutar de tener siempre un auto estándar de fabricación nacional. Cosas que ocurren en la clase media argentina.

Con esos bienes accedí a la Presidencia de la Nación. Son exactamente los mismos bienes que hoy tengo. Nada se incrementó en mi patrimonio. Solo el efecto de los revalúos dispuestos por el Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y por la Administración Federal de Impuestos han determinado que esos valores crezcan tanto como las autoridades han ordenado.

Debo confesar que también llamó mi atención la mención que el mismo diario hizo en la misma nota a Cristina Kirchner, atribuyéndole haber triplicado su patrimonio. Semejante conclusión se vuelve absurda a poco que se repare en que, en virtud de las inhibiciones de bienes dispuestas en los diversos procesos al que se ha visto sometida en los últimos años, su capacidad de disposición patrimonial ha quedado acotada tan solo al manejo de sus ingresos previsionales.

Por el respeto que me genera la memoria de mi padre, he hecho de mi honestidad un valor supremo. Pongo todo mi empeño para que en mi gobierno la transparencia de la gestión no se empañe por la inconducta de un funcionario. Por eso duele semejante manipulación de la realidad.

Hasta el más distraído sabe que el diario “La Nación” hace caso omiso al séptimo mandamiento del decálogo de Tomás Eloy Martínez. A nadie escapa que sirve a intereses políticos y económicos perfectamente identificados. Practica lo que Martín Caparrós llama Periodismo Gillette, un periodismo que dice “fiscalizar el poder” utilizando una doble vara porque en verdad en ese acto de fiscalización sirven a otros poderes. Dichos “medios y sus periodistas -escribe Caparrós- condenan a esos colegas que llaman activistas porque muestran ‘una ideología'. Así postulan que lo que ellos despliegan no es ideología: defender la economía de mercado y la propiedad privada y la delegación del poder no lo es; eso es pelear por la verdad, la libertad, la democracia, todo eso que no se puede cuestionar”.

Periodismo Gillette a juicio de Caparros. Manipulación de la verdad a mi juicio. Otra muestra de la decrepitud que exhibe altivo parte del periodismo argentino.

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