Por Cynthia García y Pablo Di Pierri
La vicepresidenta Cristina Kirchner está reconstruyendo la unidad. Después de un año traumático para el Frente de Todos, sus intervenciones públicas y sus encuentros privados con dirigentes de distintas corrientes internas del peronismo reacomodan los melones en la carretilla.
Así, funcionarios que tributaban a un albertismo nonato que todavía mantiene posición fetal dan muestras de encolumnarse detrás de la ex Presidenta. El acercamiento más rimbombante para la prensa fue el de Emilio Pérsico, líder del Movimiento Evita, quien se reunió con ella en su despacho del Senado, junto a la intendenta de Moreno, Mariel Fernández, y el diputado Leo Grosso. Fuentes de la Cámara Alta nos decían ayer que se asiste al enésimo capítulo de la novela de Les Fernández: Cristina le dice a Alberto que arme la mesa política una vez, dos veces, tres veces, cuatro veces... hasta que un día se cansa y le dice "dejá, Alberto, que la armo yo".
La respuesta del Poder Ejecutivo es que "la mesa política es el gobierno mismo". Con más tufillo a excusa que a otra cosa, ese tipo de contestación no persuade a los que entienden que concentrar la densidad política en la gestión es asimilar todo a la administración del poder establecido y abandonar la construcción de poder popular.
Es difícil saber hoy si esta historia concluye con una candidatura presidencial de la líder del Frente de Todos pero está claro que el kirchnerismo está cimentando las condiciones para que el escenario sea lo suficientemente abierto para que pueda optar por eso o propiciar una oferta peronista competitiva electoralmente.
Del otro lado, cunde cierta desesperación. Horacio Rodríguez Larreta se apresuró a designar a Fernán Quirós como su sucesor en el cargo de Jefe de Gobierno pero teme lo que pueda hacer Mauricio Macri cuando vuelva de Qatar. Además, las encuestas no le dan tranquilidad al PRO. Si bien el último trabajo del consultor Federico Aurelio muestra que Juntos por el Cambio, como espacio político, se impondría por un margen de 2 puntos contra el FdT si las elecciones fueran mañana, el panorama cambia cuando se desagregan las cosechas de intención de voto por candidatos: la foto indicaría que Rodríguez Larreta tiene un potencial de sufragios que supera el 60 por ciento de los encuestados (entre voto seguro y voto probable) pero Patricia Bullrich y Javier Milei sobrepasan los 50 puntos.
Y en una eventual interna de JxC, el actual Jefe de Gobierno podría prevalecer frente a Bullrich o Macri pero en su entorno se preguntan si retendría el voto, de cara a las elecciones generales, frente a un Milei que recogería las adhesiones ultraderechistas que consiguen la ex ministra de Seguridad o el ex Presidente.
El último informe de la encuestadora Zuban-Córdoba también ilustra con datos parecidos y advierte que Milei no es sólo un fenómeno urbano: su figura crece en todo el país. De ahí que Macri y Bullrich coqueteen con él y de ahí también que él se haga rogar mientras martiriza a Rodríguez Larreta.
En tal contexto, el trabajo silencioso y paciente de la Vicepresidenta por recomponer una coalición herida por las feroces refriegas intestinas podría fructificar ante la dispersión opositora. Su propia hipótesis acerca de que, sin ella, hay peronismo pero dividido o subordinado a los intereses de patronales y otros verdugos habilita su figura como garantía de custodia de los derechos sociales y la pulsión contagiosa de ir por más sin que quepa gesto alguno de rendición.