Este 8 y 9 de agosto se desarrollará en Belém, estado brasileño de Pará, la IV reunión de mandatarios agrupados en la OTCA (Organización del Tratado de Cooperación Amazónica).
Participan los países que comparten territorio amazónico, a saber, Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, Guyana, Perú, Surinam y Venezuela. También asistirán delegaciones de Alemania y Noruega, los principales aportantes del Fondo de la Amazonia, creado por Brasil para financiar proyectos destinados a proteger la selva amazónica.
Los líderes se proponen revisar el Tratado de Cooperación Amazónica firmado en Brasilia en 1978, que estipula el trabajo conjunto para la protección de los bosques y el desarrollo económico.
El bosque tropical más grande del mundo cumple un rol importante como regulador del ciclo de carbono y el cambio climático. En este sentido, la agenda de la cumbre apunta a recuperar el marco de cooperación regional en política medioambiental, a fin de hacer más efectivo el combate contra los estragos de la deforestación y de otras acciones perjudiciales para la biodiversidad de la Amazonia.
Para el presidente anfitrión, Luiz Inácio Lula da Silva, la cuestión ecológica tiene una enorme importancia. En contraposición a Jair Bolsonaro, el actual presidente brasileño busca empoderar lo que fue una de sus principales banderas de campaña.
La semana pasada, Lula calificó la cumbre de “histórica” dado el contexto de deterioro ambiental acelerado que atraviesa el planeta.
El mandatario señaló que el encuentro buscará “la forma de evitar que las selvas sigan siendo destruidas” y, al mismo tiempo, trabajará para garantizar el desarrollo y la inclusión de sus habitantes, de acuerdo con EFE.
“Será la primera vez en 45 años que los presidentes de los países amazónicos nos reuniremos con la expectativa de discutir políticas comunes” para el desarrollo sustentable de la Amazonia, agregó.
Uno de los objetivos de la cumbre es lograr una confluencia de acciones que permita el reclamo unificado a los países ricos para que estos financien programas ambientales que ayuden a mantener la selva protegida.
Desde el punto de vista ambiental, los expertos indican que es necesario un trabajo urgente para evitar que la Amazonia llegue “al punto de no retorno”, con efectos irreversibles.
Existe actualmente un punto de discordancia entre Colombia y Brasil sobre la explotación de petróleo submarino en la Cuenca Ecuatorial. El primero propone la eliminación “amplia y progresiva” de la explotación de combustibles fósiles en el Amazonas, mientras que Brasil permanece dividido sobre del proyecto de Petrobrás.
Según Télam, el ministerio de ambiente, dirigido por Marina Silva, “tiene influencia sobre el Instituto de Medio Ambiente (IBAMA), que rechazó en junio por amenazas al ambiente la explotación en aguas profundas de Petrobras frente a las costas del estado de Amapá, proyecto defendido por Lula y apelado por la compañía petrolera”.
