En una charla íntima con Infobae, Araceli González hizo un extenso repaso sobre su vida personal y profesional. La actriz protagonizó grandes éxitos en la televisión, cine y hasta teatro, pero desde hace ya siete años decidió mantenerse un poco más al margen y cuidar su exposición en los medios de comunicación.
"Hoy elijo, selecciono, estoy feliz. La gente me dice que vuelva a la televisión y a las novelas, pero yo estoy construyendo un mundo mío propio que lo manejo y lo genero yo", aseguró.
Asimismo, con mucha valentía y fortaleza, la artista se animó a describir el difícil momento que atravesó durante su mejores épocas en la actuación. En su relato, Araceli viajó al pasado y reveló todo lo que sufría detrás de cámaras. "Era 1994, en la época de Nano yo estaba en el mejor momento, sin embargo, debía ayudarme con pastillas para salir de casa. Le pedía a mi hermano que me llevara a grabar y miles de veces llamaba a mi psiquiatra llorando"
El crudo relato de Araceli González:
En ese mismo sentido, González explicó que se forzaba a mantener una imagen para la sociedad, pero que luego recurría a la ayuda. "Me costaba quedarme en los eventos y muchas veces salía de ahí y me iba directo hacia el hospital. La vida se hacía horrible a merced de eso”, contó y luego lanzó una frase conmovedora, que resume todo lo que sentía en su interior: “Era como un Alien que se metía en mi cuerpo hasta asfixiarme”.
Además, la actriz explicó los motivos que la impulsaron a no revelar esta enfermedad durante los 10 años que la padeció: "Era sumamente vergonzante decir que uno sufría de ansiedad o de pánico. Y mucho tiempo antes de poder hablarlo con la naturalidad me repetía a mi misma que no estaba loca, que no me iba a morir de eso"
Ahora, más alejada de las cámaras, la actriz se dedica a su empresa de cosméticos y de vez en cuando realiza alguna producción de fotos recordando sus tiempos como modelo. Sobre su alejamiento de la televisión, Araceli aseguró que no sentía cómoda en ese espacio: "Las últimas veces me dejó un sabor amargo y menos ganas. Es feo trabajar en un lugar donde hay destrato, donde tus propios compañeros generan cosas detrás tuyo... es feo y no lo voy a permitir".
"Tenía una voz en mis oídos que repetía: ´No abandones tu espacio. No dejes el lugar que te ganaste. Es tu territorio, nadie podrá quitártelo. No desistas. Seguí, seguí...´. Eso me estaba matando, no era mi vida, no era feliz", planteó respecto a algunos de sus experiencia laborales fallidas.