Parece una perogrullada decirlo pero, hasta acá, el pantano financiero que le tocaba transitar lo encorsetaba como ministro de Economía y lo ataba al fragor de dar respuestas angustiantes a problemas casi irresolubles.
Ahora, con el tipo de cambio oficial anclado hasta mediados de noviembre y las presiones del FMI como telón de fondo pero no como escenario, el tigrense se mueve con más holgura.
A pesar de su disfonía, síntoma de lo que le habrá costado al candidato romper el cascarón de ministro, tuvo ayer también su plaza frente a los trabajadores de los gremios a los que eximirá, primero por decreto y después por ley, del pago de impuesto a las ganancias.
Claro que una medida no revierte un escrutinio por sí sola. Pero los últimos días evidenciaron cambios en el entorno de Massa.
Por un lado, los mandatarios provinciales, a través del reclamo de Alberto Rodríguez Saá, pidieron terminar con el "doble comando" para que el candidato lidere esta etapa y concentre la toma de decisiones. Y por otra parte, el massimo sumó a Malena Galmarini y Juan Manuel Olmos a la jefatura de campaña que encarnaba Wado de Pedro. O sea que desde la semana pasada hay un triunvirato o mesa colegiada para diseñar la estrategia del candidato.
Asimismo, se contrataron los servicios de los asesores de Lula Da Silva para afrontar los desafíos de la comunicación en redes sociales. Se verá próximamente más actividad de Unión por la Patria en Tik-Tok, Instagram y Twitter, pero cuidadosamente dirigida.
De hecho, Juan Manzur se mofó el sábado, durante un acto en el Teatro Mercedes Sosa de la capital de su provincia, de que "le quieren ganar al peronismo con Tik-Tok". Consultado más tarde Massa por la broma y por la manera de interpelar a los jóvenes que "viven" en esa app, el candidato respondió entre risas que apelaría a Tik-Tok.
Así, el peronismo empieza a cambiar de piel después de la derrota en las primarias. Conscientes de que no hay destino para nadie si Javier Milei prevalece en las urnas, los gobernadores le prometieron a Massa un millón de votos más en octubre. "No lo vimos venir a Milei", repiten casi al unísono, acaso coucheados por los mismos consultores.
Quedan 40 días para los comicios y nadie juega para perder. En ese trance, Massa empieza a convertirse en mucho más que el candidato que asomó en la rosca que desconcertaba a unos cuántos y la contextura política que tendrá se verá cuando se cuenten los votos.
*Por Cynthia García y Pablo Dipierri