Que las convocatorias derivaran en ceremonias divididas, cruzadas por intereses sectoriales dentro del oficialismo y, en algún caso, edulcorado por un tinte escolar neutralizador no debe paralizar a nadie. La parte de la CGT conducida por Héctor Daer y Carlos Acuña se encerró en Obras y lanzó su propia corriente política para terciar en las listas del 2023; el Movimiento Evita concentró en La Matanza con lógica similar; y las dos CTA, la Corriente Federal de los Trabajadores, el moyanismo, el PJ de la Provincia de Buenos Aires y los intendentes marcharon a Plaza de Mayo con un documento y discursos que le marcan la cancha al presidente Alberto Fernández.
Hasta donde supo La García, este 17 de octubre, fragmentario y todo, puede ser un punto de inflexión en la grisácea y deslucida experiencia del Frente de Todos. Los que fueron hasta las puertas de la Casa Rosada hoy advierten que no se van ni se quedan en la coalición oficial sino que darán la disputa a fondo por el gobierno que quieren.
En cualquier caso, la optimización electoral del Frente en 2019 derivó en la disfuncionalidad del Frente como herramienta política y eso es lo que está en discusión.
El sentido de volver a pasar por el corazón la gesta del 17 de octubre, por lo demás, no debe ser el de tributar a la industria de la nostalgia sino el de hacer vibrar fibras íntimas en todes para luchar por la patria que en el 45' creyeron los que pedían la liberación de Perón. La liturgia no puede ser congelada como un asunto entre una logia de jerarcas y sacerdotes de un justicialismo retórico sino que tiene que verificar la terrenalidad de su pensamiento en el corazón de los que no se rinden a la consumación del disciplinamiento por inflación y la resignación por impotencia dirigencial.
El tiempo se acaba, la paciencia se agota y ninguno de los integrantes del entramado oficialista cree en el Frente de Todos más allá de su conveniencia ante el estrado de la Justicia Electoral. La dispersión de este 17 de octubre no es un escándalo alarmante sino la asunción de una realidad efectiva y triste pero que debe servir de diagnóstico claro para un pronóstico preciso.
El ánimo extendido socialmente vaticina derrotas y catástrofes para el peronismo y la sociedad argentina el año entrante. La tarea militante consiste en torcer el pesimismo con la tozudez de las acciones, sin voluntarismos bobos pero con la conciencia de que Perón tampoco sabía lo que pasaría cuando lo tenían detenido en Martín García.
En última instancia, como decía Paulo Freire y ya repetimos aquí, el pueblo es pueblo cuando empuja y no cuando obedece.
