Luego de la finalización del dólar soja, son más las divisas que están saliendo que las que están entrando en las arcas del Banco Central. En lo que va de noviembre se vendieron más de 390 millones de dólares.
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Para poder entender mejor las causas de este crónico padecimiento en la economía argentina es importante tener en cuenta que una cuota importante de la performance de la misma es completamente dependiente de los ciclos de siembra y cosecha de soja, uno de los productos principales que exporta nuestro país. Generalmente en los meses de otoño la Argentina se “abastece de dólares”, para luego alimentar el resto de la estructura productiva (principalmente importaciones de insumos y maquinarias para la industria -la cual es fuertemente deficitaria y mercadointernista-). Luego, en la primavera se acaba el grueso de los ingresos de divisas, se empieza a observar cierto grado de escasez y complicaciones en su acceso y por ende se recrudecen los conflictos para hacerse de ellas
Juega un papel muy importante en este proceso la falta de diversificación de nuestras exportaciones. El perfil exportador continúa con una importante presencia de productos de bajo valor agregado vinculados al sector agropecuario.
La estructura económica argentina muestra altos niveles de dependencia del dólar para hacer frente a los insumos importados y así mantener en funcionamiento al aparato productivo -que como dijimos anteriormente produce en su mayoría para el mercado interno.
En este sentido es fundamental ampliar el espectro de los productos exportados y mejorar el valor agregado de los mismos para así poder nutrir a las reservas con un mayor volumen de dólares. Sectores como la industria del conocimiento, minería, la mayor integración de componentes en la industria automotriz y el desarrollo de sector energético parecerían ser la alternativa para poder salir de la actual (y eterna) restricción externa que padece el país.
Luego de la pandemia el PBI tuvo un importante crecimiento (primero recuperándose, y luego superando los guarismos de 2019), y también se redujo fuertemente el desempleo. Pero estas buenas noticias aceleraron la baja de las reservas , ya que la mejora del consumo y la inversión profundizaron el deterioro del frente externo, donde las importaciones subieron más rápido que las exportaciones.
Y si bien se pudieron lograr importantes superávits comerciales en 2020 y 2021, nunca se pudieron traducir en acumulación de reservas.
Frente a esta compleja situación, en uno de sus primeros anuncios, el ministro Sergio Massa busco recuperar (al menos en un corto plazo) el nivel de reservas a través de una mejora en el tipo de cambio percibido por los exportadores de soja en periodo de 30 días - “el dólar soja”-. El programa fue exitoso y permitió que ingresarán más de seis mil millones de dólares a las arcas del central.
Por otro lado desde el equipo económico del tigrense lograron avanzar con varias medidas, como la obtención de créditos otorgados por Organismos Financieros Internacionales, la mejora en el control de las operaciones de comercio exterior en materia de sobrefacturación de importaciones y/o subfacturación de exportaciones (se abandonaron las SIMIS para ser remplazadas por el SIRA, el cual permitirá reducir posibles medidas cautelares), y también se renegociaron créditos con vencimientos en el corto plazo, como el caso del Club de París, entre otras medidas.
El gobierno busca evitar una devaluación que afectaría fuertemente sus chances electorales para el año próximo ¿Lograrán que la economía Argentina llegué hasta la próxima cosecha y de esta manera asegurar la paz cambiaria hasta las elecciones presidenciales?