Según un reciente informe publicado por Bloomberg, Argentina se posiciona con uno de los salarios mínimos más bajos de América Latina.
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Con un equivalente a solo 239 dólares estadounidenses, ocupa el tercer lugar desde abajo, superando únicamente a República Dominicana, cuyo salario mínimo es de 236 dólares, y a Venezuela, donde la cifra es alarmantemente baja: apenas 3,33 dólares.
El estudio compara los salarios mínimos en dólares en distintos países de la región, lo que expone una preocupante realidad para la Argentina, en un contexto donde la inflación golpea cada vez más fuerte.
Argentina, entre los peores salarios mínimos de la región
En lo alto de la tabla, países como Costa Rica lideran con un salario mínimo de 698 dólares, seguido por Uruguay con 531 dólares y Chile con 528 dólares. Las cifras muestran una diferencia abismal con los valores que se manejan en la Argentina y, especialmente, en Venezuela.
En el cuarto puesto de la lista se encuentra Ecuador, con un salario mínimo de 460 dólares. Guatemala lo sigue de cerca con 422 dólares. México, con 379 dólares, y El Salvador, con 365 dólares, presentan también cifras relativamente más favorables para sus trabajadores. A continuación, Bolivia se ubica con 362 dólares, seguida por Paraguay con 353 dólares.
En la parte baja de la tabla, aparecen otros países de Centro y Sudamérica, como Honduras, con 344 dólares, y Panamá con 341 dólares. Colombia, con 306 dólares, y Perú, con 271 dólares, completan el grupo de países cuyos salarios mínimos se sitúan por debajo de los 400 dólares, aunque todavía significativamente por encima de Argentina y República Dominicana.
Brasil, a pesar de ser una de las principales economías de la región, tiene un salario mínimo de solo 250 dólares, una cifra cercana a la de Argentina, mostrando las dificultades compartidas por las naciones sudamericanas en un contexto inflacionario y de crisis económica.
La situación del salario mínimo en el país no es solo un número frío. Se traduce en las dificultades que enfrentan miles de trabajadores para llegar a fin de mes, con productos básicos que aumentan a diario y servicios que se vuelven más inaccesibles.
Además, el impacto sobre el poder adquisitivo afecta directamente el consumo, generando un círculo vicioso que frena el crecimiento económico y profundiza las desigualdades sociales.
Mientras tanto, los argentinos continúan ajustando sus gastos, y para muchos, la preocupación más grande es que sus ingresos no alcanzan para cubrir necesidades básicas.
Más del 50% de los argentinos está insatisfecho con su salario, según una encuesta
Una reciente encuesta de la consultora PageGroup reveló que, a pesar de que los salarios ejecutivos proyectan superar la inflación este año, más de la mitad de los trabajadores argentinos (51%) no está conforme con su remuneración.
A comienzos de año, la principal inquietud de los empleados estaba vinculada a la periodicidad de las actualizaciones salariales, pero ahora la atención se centra en el nivel de ingresos.
El informe también marcó que el 46% de los encuestados está satisfecho con sus condiciones laborales, mientras que el 45% valora el equilibrio entre su vida laboral y personal.
Preocupante: la mitad de los argentinos no está conforme con su sueldo
Según explicó Miguel Carugati, Managing Director de PageGroup para Argentina y Uruguay, "hasta julio, aproximadamente, veíamos que había mucha reticencia a cambiar de trabajo. Pero ya en el segundo semestre el mercado empezó a tener más movimiento. Hoy el salario recobró su posicionamiento como el 'concepto estrella' para la toma de decisiones estratégicas".
Pese a la insatisfacción generalizada con el salario, el 40% de los trabajadores reconoció no haber intentado negociar su sueldo. Además, entre quienes lo hicieron en los últimos 12 meses, solo el 33% logró resultados acordes a sus expectativas.
En cuanto a otros aspectos negociables, casi el 48% de los entrevistados intenta obtener beneficios adicionales durante las entrevistas de trabajo.
El acceso a la medicina prepaga es el más valorado (93%), seguido de políticas de flexibilidad laboral (86%). Esta última categoría contrasta con la tendencia de muchas empresas a priorizar la presencialidad, lo que genera una tensión aún no resuelta, según detalló Carugati: "Hay una brecha entre las personas que quieren mantener un esquema de trabajo híbrido y compañías que quieren incrementar la cantidad de días presenciales".