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¿A quién condenan con la condena a CFK?

Seis años y proscripción perpetua. Esa fue la condena que esta semana dio a conocer el Tribunal Oral Federal 2. Aunque no se trate de una condena firme, la historia (de la Argentina y del peronismo) se repite, escalofriante.

Domingo, 11 de diciembre de 2022 a las 11 09,

La condena a Cristina Fernández de Kirchner, perpetrada por el poder real y cruel de la mafia judicial ¿a quién condena? La condena no es a Cristina (aunque sí). ¿Quién pierde si Cristina finalmente se corre del mapa político? La condena va dirigida no solo a la persona de CFK, sino también a esa parte de la población argentina que recuperó la dignidad durante los gobiernos kirchneristas; y que ahora, esa dignidad, no encuentra representante que la encarne y pueda hacer algo para reconstruirla. Por eso Cristina es el objetivo.

Primero la quisieron matar, ahora la condenan. Es notable la voluntad de borrarla del mapa. Dejándola afuera del juego, postergarían una vez más los derechos de las mayorías populares (y también los de muchas minorías). Para ellos nunca será el tiempo del pueblo, nunca será el tiempo de las clases populares, es más: para ellos, por definición, el único tiempo es el tiempo de ellos. Es algo que se puede observar a simple vista, por ejemplo: en la cantidad de privilegios que se autoadjudican con nuestros recursos y sin nuestro consentimiento. 

En este sentido, a través de esta condena, hay también una clara voluntad de producir desgaste; primero en Cristina, y luego (y quizá principalmente) en la política en general. Desalentar la participación y las luchas populares a través de sus instrumentos de “justicia”, eso es lo que hizo, hace (y hará siempre, seguramente) la aristocracia argentina que está enquistada en el poder judicial. Y en este sentido, la condena a CFK es también una condena a la democracia.

En este contexto cobra valor la fuerza moral de los referentes de los distintos espacios militantes que animan (o intentan animar) a toda la ciudadanía a seguir soñando y trabajando para un proyecto inclusivo, emancipatorio y dignificante. La esperanza que nos queda, es la de saber que en la política (como en el fútbol) nunca sabremos cómo ni cuándo terminará la próxima jugada, y si acaso este pelotazo se pueda convertir en un contraataque que incline el marcador a favor del pueblo argentino. 

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