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Massa se juega un pleno: normalización o mediocridad

Después del furor inicial de los mercados llega el momento de la presentación de un programa. El foco deberá estar en los dos principales problemas: el mercado cambiario y la política anti inflacionaria.

Domingo, 31 de julio de 2022 a las 13 00

Por Sergio Chouza

Economista y docente UBA/UNdAv

Domingo, 31 de julio de 2022 a las 13:00

Nueva etapa, nuevo comienzo para el Gobierno Nacional. El ‘súper Ministro’ Massa reúne una serie de atributos indispensables para revertir el rumbo aciago y por su ADN se anima al desafío. Conoce el riesgo de la situación económica actual y el capital político que puede hipotecar. Por un lado Massa está probado en batalla, dados sus antecedentes ejecutivos en Tigre, la Jefatura de Gabinete y ANSES. Por otro lado, tiene relaciones bien afianzadas con buena parte del empresariado nacional, fundamental en momentos donde falla la coordinación con el sector privado. Por último, llega dotado de equipos técnicos con especialidades variadas. Lo entornan macroeconomistas, especialistas en finanzas, política tributaria y también expertos en finanzas públicas.

Los desafíos para el Ministro Massa serán múltiples. En el centro estará la política anti inflacionaria, que no ha dado resultados en estos años y ya ha superado umbrales peligrosos. Llegado este punto, la posibilidad de una espiralización no puede descartarse. Sobre este punto, el nuevo titular de Economía no puede apostar solo a un nuevo acuerdo de precios. Eso ya ha mostrado su falta de efectividad dada la profundidad del problema. Estamos ante la oportunidad de dar inicio a un plan económico integral que tenga en su centro el combate a la inflación. Para eso la consistencia será fundamental. Tiene que cerrar en el excel para anclar las expectativas del mercado, pero también tener viabilidad política para su implementación. La figura de Massa puede amalgamar esas dos dimensiones.

Otra esfera económica relevante a trabajar es la cambiaria. Son múltiples las contrariedades del actual desdoblamiento de facto. Es un sistema que absorbe todos los aspectos negativos del exceso de demanda, pero sin los beneficios de incentivar a la oferta. Los últimos años, la ineficiencia del sistema se hizo evidente toda vez que la brecha cambiaria se mantuvo alta y volátil:

•       Generando incentivos espurios en el comercio exterior. Prácticas ilegales como la sobre y subfacturación, pero también distorsiones en las decisiones temporales de comercialización con el exterior.

•       Transfiriendo renta al sector financiero, que tiene una mayor capacidad para ‘arbitrar la brecha’ y aprovechar las condiciones particulares de un régimen muy difícil de regular de forma plena.

•       Causando daños económicos colaterales, ya que la efervescencia en los mercados paralelos genera expectativas de devaluación (del oficial) y tiene impacto sobre los precios de la economía a partir de aumentos por cobertura.

Sobre este punto también está abierto el juego. Una posibilidad es que avance en una corrección tradicional, impulsando un salto cambiario discreto para ‘cerrar la brecha por abajo’. Sería riesgoso y posiblemente no resuelva los problemas de fondo. La otra alternativa es avanzar gradualmente en una adecuación paulatina del mercado cambiario. Esta medida, más audaz, requiere planificación, programa, y solidez política. Massa podría liderarla.

Las próximas semanas van a ser claves para el devenir económico de nuestro país, y también para las posibilidades electorales de esta administración. No hay mucho tiempo para revertir las expectativas. En pocos meses el país entrará en “modo Qatar” y posteriormente en “clima elecciones”. El reloj de arena está dado vuelta, y el momento de dar vuelta la taba es ahora. Lo positivo es que la vara está baja. Ordenando un poco el desquicio de algunas variables macro y moderando la dinámica de precios, el Ministro de Economía va a poder construir una narrativa de corrección del rumbo, y mostrar resultados de alivio para la situación socioeconómica de las mayorías populares. El desafío es grande, pero el eventual premio también. Massa se jugó un pleno y la bola de la ruleta ya está en el aire. Puede empezar un camino hacia la normalización o sucumbir en la mediocridad.

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