En la conferencia de prensa que dio el puntapie inicial para su gestión económica, la Ministra Batakis marcó la necesidad de garantizar que los depósitos en moneda nacional remuneren debidamente a los ahorristas. Esto implicaría salir del esquema actual, donde a duras penas los depósitos tradicionales se acercan a la inflación de cada mes, y los inversores buscan cobertura en plazs fijos indexados por UVA (inflación) o directamente se dolarizan. “Vamos a ir al terreno de tasas de interés positivas y además vamos a ofrecer otros tipos de instrumentos, para que puedan invertir en el Estado, salvaguardando los movimientos del tipo de cambio”, indicó la Ministra Batakis, afianzando su compromiso en modificar el funcionamiento de la política monetaria.
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Pero no todo depende pura y exclusivamente de la voluntad política; porque una mayor remuneración a los depósitos termina implicando un mayor costo para el financiamiento del sector público. Ocurre que el stock de Leliqs y otros pasivos remunerados por el Banco Central son el correlato del aumento de los depósitos privados en pesos. Hoy el déficit cuasifical derivado de estos instrumentos está en niveles elevados, con Leliqs, Pases y otros pasivos pesando casi 8% de PBI. No obstante, siguen bien por debajo del máximo del 2017, cuando este stock había trepado hasta 9,3% del PBI. El peso de la deuda del BCRA genera algo más de 3 puntos del PBI de intereses anuales. Si bien es una magnitud importante, no es menos cierto que el BCRA tiene prácticamente ‘maniatados’ a los bancos comerciales, dado que esos fondos están a tiro de regulación y sujetos a la tasa de interés que fije la autoridad monetaria. Tal es así que a lo largo de 2021 se fueron dando condiciones para ampliar el financiamiento al Tesoro, permitiéndoles aplicar parte de los fondos encajados a tasa 0 a la adquisición de títulos de la deuda nacional. Este incentivo, además de la mejora en las condiciones de tasa, permitió dirigir buena parte de la liquidez excedente a financiar el presupuesto nacional, y seguirá siendo una de las estrategias para cerrar el programa financiero del 2022, comprometido con el FMI.
Las metas monetarias para este año son exigentes. Implican una reducción de las transferencias del BCRA al Tesoro en 2,7 puntos del producto. Para esto será indispensable incrementar el fondeo en el mercado local, y la contracara será convalidar una tasa de interés acorde al —desordenado- contexto macro. Es así que la tasa de refinanciamiento del Tesoro promedió un 123% en 2021 y deberá crecer este año.
Con todo, se abre desde ahora un dilema para la nueva gestión al frente del Ministerio de Economía: mejora la situació para los ahorristas, para evitar una dolarización automática, o prioriza cuidar la hoja de balance del BCRA. Si elige lo primero, se viene la era de las súper tasas.