Después de un año en el tope de la inflación mensual en América Latina, Argentina cedió ese lugar y bajó a la segunda posición en el ránking publicado este martes.
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En octubre, la suba de precios se desaceleró y llegó al 2,7%, según informó el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec). Esta cifra, la más baja desde noviembre de 2021, rompió con una tendencia de casi tres años de aumentos más pronunciados.
Hasta ahora, el índice acumulado en 2023 es del 103%, mientras que la inflación interanual se disparó un 193%.
Argentina ya no tiene la inflación más alta: que país ocupó el primer puesto
El país cedió su puesto en la región a Venezuela, que experimentó un fuerte rebrote inflacionario impulsado por la devaluación del bolívar.
De acuerdo con el Observatorio Venezolano de Finanzas (OVF), los precios en octubre subieron un 9,6% respecto al mes anterior. "Estos resultados evidencian la fragilidad macroeconómica de Venezuela", señaló el informe, que anticipa más aumentos para los próximos meses por los efectos de la depreciación de la moneda.
A diferencia de Argentina y Venezuela, la mayoría de los países de la región manejan inflaciones mensuales mucho más bajas, algunas de ellas por debajo del 1%.
En Brasil, por ejemplo, el costo de vida subió un 0,56% en octubre, mientras que Uruguay registró un incremento del 0,33%. Chile, en tanto, tuvo un dato llamativo: un aumento del 1%, el más alto en casi dos años, impulsado.
Por otro lado, hubo naciones que incluso registraron deflación. Colombia vio caer los precios un 0,13%, Perú anotó una baja del 0,09%, y Ecuador tuvo un retroceso del 0,24%. En otros casos, como en El Salvador y Honduras, la caída mensual fue leve, pero destaca la estabilidad que mantuvieron en el año por actualizaciones tarifarias.
El salario mínimo argentino es el tercero más bajo de América Latina
Según un reciente informe publicado por Bloomberg, Argentina se posiciona con uno de los salarios mínimos más bajos de América Latina.
Con un equivalente a solo 239 dólares estadounidenses, ocupa el tercer lugar desde abajo, superando únicamente a República Dominicana, cuyo salario mínimo es de 236 dólares, y a Venezuela, donde la cifra es alarmantemente baja: apenas 3,33 dólares.
El estudio compara los salarios mínimos en dólares en distintos países de la región, lo que expone una preocupante realidad para la Argentina, en un contexto donde la inflación golpea cada vez más fuerte.
Argentina, entre los peores salarios mínimos de la región
En lo alto de la tabla, países como Costa Rica lideran con un salario mínimo de 698 dólares, seguido por Uruguay con 531 dólares y Chile con 528 dólares. Las cifras muestran una diferencia abismal con los valores que se manejan en la Argentina y, especialmente, en Venezuela.
En el cuarto puesto de la lista se encuentra Ecuador, con un salario mínimo de 460 dólares. Guatemala lo sigue de cerca con 422 dólares. México, con 379 dólares, y El Salvador, con 365 dólares, presentan también cifras relativamente más favorables para sus trabajadores. A continuación, Bolivia se ubica con 362 dólares, seguida por Paraguay con 353 dólares.
En la parte baja de la tabla, aparecen otros países de Centro y Sudamérica, como Honduras, con 344 dólares, y Panamá con 341 dólares. Colombia, con 306 dólares, y Perú, con 271 dólares, completan el grupo de países cuyos salarios mínimos se sitúan por debajo de los 400 dólares, aunque todavía significativamente por encima de Argentina y República Dominicana.
Brasil, a pesar de ser una de las principales economías de la región, tiene un salario mínimo de solo 250 dólares, una cifra cercana a la de Argentina, mostrando las dificultades compartidas por las naciones sudamericanas en un contexto inflacionario y de crisis económica.
La situación del salario mínimo en el país no es solo un número frío. Se traduce en las dificultades que enfrentan miles de trabajadores para llegar a fin de mes, con productos básicos que aumentan a diario y servicios que se vuelven más inaccesibles.
Además, el impacto sobre el poder adquisitivo afecta directamente el consumo, generando un círculo vicioso que frena el crecimiento económico y profundiza las desigualdades sociales.