El periodista del diario La Nación y abogado, Hugo Alconada Mon, reveló en un artículo para el New York Times, cómo fue perseguido e investigado por los servicios de inteligencia durante los años del macrismo.
Bajo el título "Las lecciones que aprendí durante el año que me espiaron", Alconada brindó información acerca del funcionamiento de la red de espionaje ilegal montada por el macrismo.
"Me espiaron mientras trabajaba una investigación que incomodaba al poder político y empresarial.", el periodista se refería a la fallida causa de las fotocopias de los cuadernos, que quedó en suspenso tras las múltiples irregularidades en las pruebas y testimonios, pero que tocaba también a algunos empresarios muy cercanos al ex presidente como su primo Calcaterra.
"Ahora sé que, mientras buscaban identificar las fuentes periodísticas que me ayudaron a revelar cómo fue el capítulo argentino del Lava Jato, una pesquisa sobre la corrupción en el país, me siguieron, analizaron dónde vivo, en qué automóviles me muevo, cuál era mi nivel de vida y hasta fueron a la casa de mis padres —dos jubilados por arriba de los 70 años—. Queda más por salir a la luz; por ejemplo, si evaluaron colocar una bomba en la puerta de mi casa", relató el periodista.
"Este mecanismo delictivo integra una investigación de la justicia que lleva ya meses y se inserta dentro de un rompecabezas más amplio que incluye varios expedientes judiciales y una investigación bicameral del Congreso nacional y que evidencia los métodos antidemocráticos a los que ha recurrido la inteligencia argentina. Combinados, permiten vislumbrar que el espionaje ilegal no se acotó a unos pocos casos aislados, propios de algún funcionario desquiciado, sino que resultó una operación sistemática", sostuvo sobre el espionaje.
Por otro lado aseguró que "El espionaje argentino está disperso. Ni todos los que trabajan en la AFI son espías, ni todos los espías que deambulan por las calles o el ciberespacio trabajan para la AFI"
Y concluye: "Si el espionaje es sistemático, recurrente y anárquico, entonces la opción más sensata para una figura pública es moverse dando por sentado que lo espían. No para sumirse en las fauces de la paranoia, pero sí para redoblar los recaudos. Y en el caso de los periodistas, para proteger a sus fuentes y encriptar sus teléfonos y computadoras."