Mauricio Macri retornó a la Argentina luego de una extensa estadía en Europa (estuvo 43 días afuera del país), a donde se había ido luego de fracasar en imponer a como candidatas a Patricia Bullrich en la Ciudad y a María Eugenia Vidal en la provincia de Buenos Aires.
El ex presidente deberá ahora cumplir siete días de aislamiento -en su entorno señalaron que, esta vez, cumplirá- y posteriormente tiene en mente meterse de lleno a la campaña.
¿En qué Momento? Está por verse. El comité de campaña de Juntos por el Cambio está negociando con el equipo de Macri qué actividades tendrá. Es probable que no lo convoquen para acciones en el conurbano, donde su imagen negativa es altísima.
Resignado, el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, admitió que es un hecho, cuando está mañana dijo por radio que "es lógico" que se involucre en la campaña, aunque su presencia claramente incomoda a su sector.
En el plan original, Macri iba a hacer campaña, pero lo más lejos posible del AMBA. Y es lo que pretende el trinomio Larreta-Vidal-Santilli.
Es probable que quiera viajar a Córdoba a apoyar a su candidato Gustavo Santos, aunque no es seguro que eso le caiga del todo bien al radical Mario Negri, que va en dupla con Santos.
Córdoba, de todas maneras, es uno de los pocos distritos donde la imagen negativa de Macri no está por las nubes.
"Macri nos suma si va al interior. Un poco incluso en CABA. Pero vamos a tener que acordarlo con su equipo", dicen desde el comando de campaña de JxC.
No solo Larreta y Vidal se esfuerzan por disimular incomodidad con el regreso del ex presidente. Incluso desde el entorno de Carrió salieron a dar frases de ocasión: “Es uno de los fundadores de Juntos por el Cambio. Así que no lo vemos como nada extraño que se sume a la campaña”, intentaron sonar convincentes.
Una campaña llena de tropiezos
El tema es que el regreso de Macri además se da en un contexto de dos semanas de campaña con un traspié tras otro para la alianza cambiemita.
Es que ni bien lograron “bajar” las disputas internas del PRO, corriendo a Patricia Bullrich en la Ciudad y Jorge Macri en territorio bonaerense -dos que trababan los planes de Larreta- comenzó una feroz disputa con la UCR, en especial con Facundo Manes.
Pelea que incluyó amenazas de denuncias judiciales por parte de Elisa Carrió hacia el neurocientífico; acusaciones del gobernador de Jujuy, Gerardo Morales, contra Larreta y una serie de reuniones fallidas donde fracasó estrepitosamente el presunto acuerdo de convivencia que iban a firmar.
A ese enfrentamiento le siguieron los escándalos de los dirigentes que consiguió incluir Bullrich en la lista que encabeza Vidal. Primero, Sabrina Ajmechet, que tuvo que pedir disculpas por decir que las Islas Malvinas eran británicas. Después, Fernando Iglesias disparó acusaciones contra famosas que estuvieron en la quinta de Olivos y fue repudiado por misógino hasta por las mujeres PRO. También comenzó un pedido de expulsión, firmado por 15 diputadas.
Todo esto con Macri de espectador muy cómodo desde Europa.
Dudas sobre qué hará y qué dirá Macri
El otro interrogante es saber qué tono discursivo es el que Macri tiene previsto para la campaña.
Por lo pronto, se supo que estaba muy entusiasmado con las provocadoras intervenciones antisindicales de Martín Tetaz y también apoya la polémica línea Ajmechet-Iglesias.
Con esa impronta radicalizada Macri volvió al país. ¿Será justo lo que la campaña de Juntos por el Cambio necesitaba?