Las calles y las plataformas virtuales se colmaron ayer de militantes, en conmemoración a los 75 años del día de la lealtad peronista. Tras meses en los que lo único que vimos fueron discursos de odio y oposición irracional a cada paso que el gobierno daba en plena pandemia, fue una posibilidad de mostrar el amplio respaldo popular con el que cuenta la gestión del presidente, Alberto Fernández, y dar un espaldarazo para relanzar la gestión.
La pandemia no solo provocó que todos los indicadores que la administración de Mauricio Macri había dejado en niveles paupérrimos empeoren, sino que también le dio visibilidad a grupos ultras -encabezados por libertarios, nacionalistas, impulsores de teorías conspirativas y el ala dura de Juntos por el Cambio-. "¿El peronismo perdió la calle?", se animó a lanzar alguien tras ver este panorama. La respuesta contundente es no. Lo de ayer fue solo una muestra gratuita del respaldo popular con el que cuenta el gobierno.
Ahora llegó el momento de volver a relanzar la gestión, de recuperar aquel aire reformista de la asunción del Frente de Todos y dejar de correr detrás de los gritos de las minorías intensas que representan la presidenta del PRO, Patricia Bullrich, y los diputados Fernando Iglesias y Waldo Wolff.
Esto, sin embargo, no significa dejar de dialogar. De hecho, el presidente se empeña en demostrar su vocación de consenso y pragmatismo. Lo que sí representa es que el gobierno debe empezar a buscar su propio camino y dejar de ir respondiendo las piedras que lanzan aquellos que no les interesa nada más que el fracaso del país para volver al poder ante la impotencia de haber perdido en primera vuelta.
La lapicera para escribir el futuro del país está en manos del Frente de Todos porque así lo eligió una amplia mayoría de los ciudadanos. Es ahora, con este respaldo demostrado, el momento de llevarlo adelante.