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¿El simulacro de Cristina?

El análisis de Antonio Montagna sobre la persecución a Cristina Kirchner

Miércoles, 31 de agosto de 2022 a las 13 53,

Por Antonio Montagna

Miércoles, 31 de agosto de 2022 a las 13 53,

“Pensarnos desde acá” reza el lema de la publicación (kranear), y esa es una apuesta arriesgada en los tiempos que corren de tanta revolución algorítmica, donde justamente el impulso pseudo innovador nos lleva más que a pensar, a efectuar una repetición de lo mismo. Pensar no es lo mismo que representar.

La apuesta al pensar es una apuesta al diálogo con el otro, y como dice Jesús Escudero en su comentario de Ser y Tiempo de Martín Heidegger, “...el otro es tal cuando se lo deja hablar, cuando se lo escucha, cuando permitimos que se exprese por sí mismo y le damos la oportunidad de que se descubra a sí mismo.

La relación con el otro es similar a la situación en que recibimos a un huésped en nuestra casa: le hacemos sitio a nuestra casa, lo acomodamos, le damos su propio espacio, compartimos con él los espacios comunes de la casa.”(Jesús Adrián Escudero.- Guía de lectura de Ser y Tiempo)

El dialogo es franco cuando el intercambio es sobre las diferencias, única forma de construir un ámbito de lo singular.

El dialogo franco es un encuentro que funda una ética con el otro. Una ética de la diferencia. Con ese espíritu quiero aportar otra perspectiva respecto del artículo “Infames de esta década”.

Vayamos primero a las coincidencias

Se habla de “presuntos delitos”, y creo que sobre eso no cabe duda alguna, son presuntos y solo se escucharon acusaciones cuyos fundamentos son, por el momento, de poco peso.

La caracterización de la corporación judicial y su historia es indudable. Los que somos peronistas sabemos muy bien de las volteretas que han dado desde los orígenes de nuestra nación y con quienes se han aliado siempre. Esto está muy bien reseñado por los autores de la nota.

Que la intención de la persecución judicial no es solo Cristina, sino la clase política en general, también es cierto. Pero en este caso me atrevería a trazar hipótesis más arriesgadas. Creo que más allá de la clase política, lo que se intenta es sepultar la posibilidad de que la política sea la herramienta de transformación de la realidad.

El neoliberalismo no es solo una corriente de pensamiento económico, es un nuevo tipo de racionalidad política. Una racionalidad que prescinde de la transformación y del cambio. Una racionalidad que se mueve en el ámbito de lo mismo, configurando un nihilismo planetario donde reina la avidez por el consumo y la competencia.

No es casual ese aviso publicitario que dice “La transformación no para”. Un aviso publicitario se hace para generar alguna ilusión. En este caso impera la necesidad de hacerte ver lo que no ves.

Pero quiero detenerme un poco en esta “racionalidad neoliberal” y su necesidad de “escribas temerosos” de la justicia. Christian Laval y Pierre Dardot, en su libro “La nueva razón del mundo, ensayo sobre la sociedad neoliberal” describen muy bien esta nueva razón que gobierna al mundo.

Se caracteriza por renunciar a la “mano invisible del mercado” que oficiaba de “curso natural de las cosas” como ontología del orden mercantil que lo legitimaba, a cambio de un “proyecto constructivista”, esto es, apostar a una intervención del Estado que sirva de andamiaje para la construcción del mercado y su sistema de derecho específico.

El mercado no es un producto “natural”, se necesitan normas específicas (un sistema judicial) y un Estado que lo construya.

Construido ese edificio, lo que sobresale ya no es el intercambio, sino la competencia, definida esta como una relación de desiguales. Todos nos convertimos en unidades empresariales dispuestas a la lucha de todos contra todos. Las normas, el derecho de esta nueva razón, debe contemplar ahora este sistema de prácticas.

Un ordoliberalismo llevada hasta sus últimas consecuencias: el Estado instaurando un “orden-marco” guiado por el principio de la competencia.

Asi, “…no hay ninguna razón para que el Estado constituya una excepción a las reglas del derecho que él mismo está encargado de hacer aplicar. Por el contrario, toda forma de autoexención o de auto-sustracción por su parte sólo puede descalificarlo en su papel de guardián inflexible de esas reglas”. (Laval y Dardot.- La nueva razón del mundo, ensayo sobre la sociedad neoliberal).

Esto explica de alguna manera la tensión originada por la figura de “asociación ilícita”. La aplicación de la misma es el intento para que el poder político y el Estado se disciplinen y no se conviertan en una excepción a las reglas. El Estado está para crear las condiciones de un mercado competitivo, y punto.

La razón neoliberal diluye al derecho público en derecho privado, y lo público se rige por criterios de productividad y rentabilidad, como “cualquier hijo de vecino”.

Y esa desactivación de lo público también se expresa en el discurso de la buena “gobernanza” reflejada en la “gestión”.

“…Toda la reflexión sobre la administración resulta tecnificada, en detrimento de las consideraciones políticas y sociales que permitirían poner de manifiesto, al mismo tiempo, el contexto de la acción pública y la pluralidad de las opciones posibles.” (Laval y Dardot.- La nueva razón del mundo, ensayo sobre la sociedad neoliberal).

Por ejemplo, ¿por qué borrar de la escena el debate serio, profundo, sin ideologismos de los 12 años de gobierno kirchnerista (del peronismo, como decía Néstor, lo dicen para bajarnos el precio)?. ¿Por qué caer en la trampa discursiva de “todo fue maravilloso y no fue magia la década ganada” o “todo fue un fracaso y perdimos una década”?. Es ese binarismo el que expresa el “detrimento de las consideraciones políticas”, es ese binarismo el que expresa el avance de la razón neoliberal.

Es esa razón la que va construyendo un sujeto a su medida al compás de un maniqueísmo que convierte a LO POLITICO en una pelea devaluada.

“Mas allá del modo de gestión y sus útiles técnicos, lo que queda subvertido es la relación entre gobernantes y gobernados. En efecto, es la misma ciudadanía…la que es puesta en cuestión hasta en sus raíces. “No hay derechos sin contrapartida”, se dice para obligar a los parados a aceptar un empleo degradado, para hacer que los enfermos paguen o que lo hagan los estudiantes…es el sujeto (neoliberal) a quien la sociedad no le debe nada, que no obtiene nada sin nada a cambio y que debe trabajar más para ganar más.” (Laval y Dardot.- La nueva razón del mundo, ensayo sobre la sociedad neoliberal).

Privatizar todo lo que se pueda es un acto de justicia para el esfuerzo personal, y que cada cual se baste a sí mismo con el sudor de su frente, porque acá no “labura” el que no quiere y “con la mía” le pago al vago que trabaja en el Estado. Todas frases conocidas que se han hecho sentido común en esta fábrica de sujetos neoliberales.

Sentido común que atraviesa también, en espejo, al progresismo que festeja la apertura de un merendero, se saca fotos con los pobres o apuesta a la lucha por un salario universal.

Transcribo lo que dice Mayra Arena en un reportaje que refleja de alguna manera cómo, los que dicen estar de un lado de la grieta, no hacen más que alimentar a la dialéctica de lo mismo. “Como peronista creo en el desarrollo de la industria y la actividad económica, en el trabajo bien pago y en abrazar al necesitado para sacarlo de donde está. La esencia de los movimientos que buscan ayudar a quienes están en la pobreza debería ser la tendencia a la reducción, a que cada vez menos necesiten de ellos. Yo no celebro la apertura de un merendero, mucho menos pactar un porcentaje de pobreza fijo a cambio de una redistribución insignificante.

La construcción de sentido se disfraza en repetidas oportunidades de una dialéctica de los contrarios. Cuanto más nos aferramos en esa lucha defendiendo cada uno su posición, no hacemos más que fortalecer el sentido de lo mismo.

La razón neoliberal “sabe” mucho de esto, y nuestro progresismo, tan afecto a la importación de los “modos de ser” europeos lo replica meticulosamente.

“Nada ilustra mejor el giro neoliberal de la izquierda que el cambio de significación de la política social…la lucha contra las desigualdades…fue sustituida por la “lucha contra la pobreza”, de acuerdo con una ideología de la “equidad” y de la “responsabilidad individual”…A partir de entonces, la solidaridad es concebida como una ayuda dirigida a los “excluidos” del sistema, a las “bolsas” de pobreza…Esta ayuda que tiene como objetivo a ”poblaciones específicas” (“disminuidos”, “personas mayores”, “baja jubilación”, “madres solteras”, etc ), para no ser creadora de dependencia debe acompañarse de un esfuerzo personal y de un trabajo efectivo. En otros términos, la nueva izquierda adoptó la matriz ideológica de sus oponentes tradicionales, abandonando el ideal de la construcción de los derechos sociales para todos.” (Laval y Dardot.- La nueva razón del mundo, ensayo sobre la sociedad neoliberal).

En nuestro país, la construcción de los derechos sociales no es un ideal, es una realidad construida por el peronismo; y la institucionalización del neoliberalismo consiste también en profundizar esa diferencia entre un progresismo culposo y una derecha conservadora y reaccionaria; diferencia aparente que esconde la sumisión a la nueva racionalidad dominante.

Luego de este breve recorrido del “modus operandi” de la razón neoliberal, vuelvo a los primeros párrafos.

¿En qué sentido no es Cristina la destinataria de esta persecución, sino el peronismo?.

Y esta pregunta, invita a pensar la diferencia entre LO POLITICO y la política. En el ámbito de lo político encontramos lo instituyente, lo excepcional, lo que define a un acontecimiento político, lo que produce una ruptura, un corte, un salto, un “fuera de la norma”, lo inesperado, la diferencia irreductible.

La política en cambio es la administración de lo instituido, producida la ruptura o el corte, lo normativiza. Establece las nuevas normas de juego en función de lo inesperado ocurrido. Administra las diferencias en relación al modelo. Necesita un modelo y la consecuente representación.

Lo político es puro simulacro y excluye los modelos.

La política es copia en el mundo de la representación.

El avance de la razón neoliberal es la anulación de lo político. Evitar a cualquier precio la ocurrencia de acontecimientos, esto es, de lo excepcional.

Y si hubo un acontecimiento en este país que implicara un corte y una ruptura fue el peronismo. ¿O acaso el 17 de Octubre no fue un inmenso y hermoso estado de excepción?.

La inteligencia de Perón fue haber dejado vivo ese acontecimiento de lo político cuando estableció las diferencias entre el movimiento y el partido.

Ahora bien, el avance de la razón neoliberal no puede permitirse excepciones o rupturas.

Y en este sentido, es cierto, vienen por el peronismo, que es eso vivo expresado en el movimiento y relegarlo a una degradada lucha de partido. Hacer del simulacro una mera copia.

Creo que esta erosión corrosiva que implica esta nueva razón del mundo ha adoptado en estas latitudes diferentes tácticas para imponerse (Lula, Evo, Correa, etc ), acá nos quiere vender copia por simulacro.

Poner en el centro de la escena a Cristina y profundizar la lógica amigo-enemigo (también inherente a lo político) en relación a ella es degradar lo político a una lucha de partidos.

No es casual que en el momento de peor imagen de la expresidenta, y cuando el gobierno del Frente de Todos aparentaba comenzar a superar las discrepancias internas y cuando desde el Ministerio de Economía se comenzaba a dar señales de cierta tranquilidad para superar la crisis, el aparato judicial aliado al neoliberalismo ponga en primer plano la infundada acusación y pedido de condena.

Lo grave de esto, por nuestro lado, es que teniendo en claro que el objetivo de todo esto son nuestros derechos y el peronismo, compremos la copia como si fuera un simulacro.

Y claro que somos herederos, hijos y nietos de la Resistencia Peronista. Es por esa carga histórica que hoy debemos decir presentes para defender al PERONISMO.

Antonio Montagna