Cuando la pandemia impulsó al oficialismo a trabajar en tándem con los opositores con responsabilidad de gestión, en cargos ejecutivos, el "ala dura" de Juntos por el Cambio reaccionó y radicalizó su discurso. No fue casual. Su estrategia es otra y hoy, meses después de esa postal anti grieta, parecen haber ganado la batalla.
"En las PASO del año pasado hubo un fraude muy grande", disparó el senador Esteban Bullrich en una entrevista que brindó la semana pasada. Esta afirmación, tan falsa como peligrosa, no tenía como objetivo cuestionar la idoneidad del ex ministro del Interior, Rogelio Frigerio, cuya cartera se encargó de los comicios, sino de deslegitimar a un gobierno elegido por casi el 49% de los argentinos hace poco menos de un año.
Bullrich no está solo. Lejos de la autocrítica que demanda la lógica a un partido que perdió en primera vuelta después de su primer mandato y con un aparato mediático a su favor, Juntos por el Cambio parece haber girado más a la derecha que la pared para tensionar lo máximo posible la convivencia con el Frente de Todos. ¿El dialoguismo del Jefe de Gobierno porteño Horacio Rodríguez Larreta, el discurso para salir de los polos del ex titular de la Cámara de Diputados Emilio Monzó, el silencio prudente de la ex gobernadora bonaerense María Eugenia Vidal? Bien, gracias.
Allí parados al lado del senador están la ex ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, que aseguró que están "preparados para ser gobierno en 2021", pese a que en ese año no hay elecciones presidenciales, y el titular de la UCR, Alfredo Cornejo, quien aseguró que "hay que recriminarle a la sociedad" su voto. Todos respaldados por Mauricio Macri, el ex presidente que después de su período de vacaciones, impuso su discurso duro para no perder el protagonismo.
Ante este panorama de oposición sin un límite democrático, quizás la base por la que transitó la política argentina aún hasta en sus tiempos de mayor crisis luego de la última y más sangrienta dictadura militar, el gobierno deberá encontrar alguna estrategia para dejarlos solos, gritando a un costado, mientras impulsa su agenda. Hasta hoy, los goles duran un suspiro y los errores se repiten en loop. Un oficialismo eficiente también inteperla a la sociedad con sus avances, algo necesario para que no vuelvan al poder aquellos dispuestos a todo por unos minutos más de cámara en el prime time de la televisión abierta.