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Tres claves para desarrollar el pensamiento filosófico

Hacer filosofía no es lo mismo que estudiar filosofía. Para hacer filosofía es necesario pensar filosóficamente. Y pensar filosóficamente no es solo una cuestión para la academia.

Viernes, 07 de octubre de 2022 a las 11 50,

La posibilidad de pensar filosóficamente nuestros mundos, nuestros cuerpos, nuestros sueños, lo que hemos sido, lo que somos, y lo que queremos ser, lo que nos pasa, y lo que le pasa a nuestra comunidad o a nuestros países, tiene que estar al alcance de cualquiera que tenga la voluntad de hacerlo.

En este texto proponemos tres claves para desarrollar el pensamiento filosófico como un ejercicio posible.

#1 PENSAR POR FUERA DEL SENTIDO COMÚN ESTABLECIDO

La primera clave es pensar por fuera –más allá o más acá– del sentido común. De hecho, muchas veces se ha dicho que filosofar es ir contra el sentido común. Para hacer filosofía es necesario desarmar las ideas naturalizadas por el sentido común (allí está el primer acto transformador de la filosofía).

¿Qué es el sentido común? José Pablo Feinmann decía que el sentido común es esa “aplanadora que consigue que todos los habitantes de una comunidad o de un país piensen lo mismo sobre las cuestiones más esenciales de la sociedad”. Y lo primero que tenemos que hacer para romper este patrón, es dudar de él. La duda ha sido una de las herramientas predilectas de la filosofía (desde Sócrates hasta René Descartes, llegando hasta cualquier pensador o pensadora de la actualidad). La duda es el combustible con el que la filosofía enciende la fogata de la realidad.

Friedrich Nietzsche lo sintetizó con exquisitez: “Se debe filosofar a martillazos, hay que adoptar una actitud de permanente crítica con lo establecido, y desestructurar la realidad que se nos impone como verdad incuestionable”.

El sentido común: el peor de los sentidos

#2 PENSAR LAS MÚLTIPLES RELACIONES QUE EXISTEN EN NUESTROS MUNDOS

Otra de las claves para desarrollar el pensamiento filosófico es pensar las cosas o los fenómenos en relación a su contexto, situadas en un tiempo y un espacio. Esto nos permite dimensionar, matizar, “medir”, y encontrar puntos intermedios que nos salven de la polarización y que dan cuenta de la compleja naturaleza de las cosas. Vivimos en una realidad interrelacionada. Y esto es verdad para todas las dimensiones de la existencia. Solo para dar un ejemplo sencillo: la manera en la que comemos determina la manera en la que funciona nuestro organismo, por ejemplo, y entonces también afecta de algún modo la manera en la que descansamos, y esto inevitablemente va a afectar la manera en la que pensamos, y la manera en la que pensamos está relacionada con la manera en la que actuamos, y la manera en la que actuamos afecta al resto del cuerpo social, y al resto de todas las formas de vida que nos acompañan en esta aventura sobre el planeta tierra, etc., etc. Y ¿por qué comemos como comemos? O ¿por qué dormimos como dormimos? Develar esas múltiples relaciones y evidenciarlas –y también ponerlas en duda–, es un buen punto para comenzar a pensar filosóficamente.   

#3 PENSAR DESDE LA CONTEMPLACIÓN

Otra herramienta para pensar filosóficamente está relacionada con detener el flujo de las palabras, escaparse de la inflación verbal, y entregarse a la contemplación. En principio puede parecer una contradicción, sin embargo, la contemplación nos permite pensar con más claridad y ver más allá de lo evidente o lo más próximo. En este sentido, Karl Jasper asumía que el pensamiento filosófico tiene su origen en 1- el asombro o la admiración, 2- la duda y 3- la conmoción que produce el hecho de tomar conciencia de nuestras limitaciones. A partir de un acercamiento contemplativo a los hechos o los fenómenos o las ideas, nos asombramos más fácilmente, también entramos en un estado de admiración, o incluso dudamos de las cosas tal como las concebíamos.

Dice Byung-Chul Han en La Sociedad del Cansancio: “los logros culturales de la humanidad, a los que pertenece la filosofía, se deben a una atención profunda y contemplativa”. El filósofo surcoreano explica que durante el estado contemplativo se sale uno, en cierto modo, de sí mismo, y se sumerge en las cosas. Esa nueva y necesaria perspectiva muchas veces nos permite encontrar respuestas novedosas a preguntas clásicas, o nuevas preguntas para las respuestas de siempre.

Byung-Chul Han

En la práctica cotidiana, en un mundo bombardeado por estímulos, información, símbolos, imágenes y novedades, la contemplación es un ejercicio de resistencia desde el que el pensamiento que se pretende filosófico puede crecer y convertirse, en algún momento, en una herramienta de emancipación.

No vamos a escaparnos de pensar. El intento por comprender y darle algún sentido al mundo es inevitable. Hacerlo filosóficamente es una alternativa posible para cualquiera que quiera, y lo mejor: podemos comenzar ahora.