¿Qué cosas nos dio la democracia y qué cosas no quitó? ¿Dónde están y cuáles son los logros? y ¿Dónde están y cuáles son las deudas? Sin dudas, tendríamos mucho para escribir sobre las deudas que tiene la democracia argentina, especialmente hacia los sectores más vulnerados, excluidos y abandonados de nuestra sociedad. Fue, de hecho, esa deuda, el caldo de cultivo para que aparezca y tenga cierto éxito una figura antidemocrática como la de Javier Milei. El candidato libertario es la evidencia del punto de falla de nuestra democracia. Por varios motivos, entre ellos: el hecho contradictorio de que la misma democracia le está dando la posibilidad de ser presidente a un señor que puede significar su fin.
Ahora bien, esas deudas de la democracia, ¿son propiamente de la democracia como sistema o son de los representantes elegidos por el pueblo? ¿o son de los representados? ¿o son acaso, más profundamente, del sistema capitalista?
En este sentido, hace mucho tiempo que filósofos como Mark Fisher vienen llamando la atención sobre el hecho de que es más fácil imaginarnos el fin de la democracia (que pareciera que siempre está en riesgo, o puede estarlo) o incluso el fin del mundo, que el fin del capitalismo. ¿No es, en ese sentido, el fracaso del sistema capitalista el que está detrás de los "fracasos" de la democracia?
Aunque para esas preguntas no tenemos respuestas (el propio capitalismo nos las clausura), sí podemos decir que la tensión que se genera entre la satisfacción y la insatisfacción de vivir en democracia, entre contar con el derecho a circular en libertad, elegir a nuestros representantes o disfrutar de ciertas conquistas sociales y culturales, y la imposibilidad de eliminar la pobreza, distribuir la riqueza, erradicar la corrupción, o crear un estado de bienestar que alcance a la mayoría, esa tensión, definitivamente, la resolveremos con más política y con más democracia, o no la resolveremos.
