En el marco en donde el Gobierno nacional celebra un supuesto fin de la recesión, en base a algunos indicadores de la actividad económica, este domingo, el Frente Productivo Nacional, publicó un informe en donde se revela que en lo que va del año, cerraron 16.500 pequeñas y medianas empresas (Pymes).
Entre los principales factores de la destrucción de estas empresas, están la brutal caída del consumo interno, principalmente por caída del salario real, el aumento del costo de los servicios, cuyas tarifas tuvieron fuertes ajustes en los últimos meses y la falta de competitividad para exportar con el tipo de cambio fijado por el Gobierno nacional.
Desde la Asociación de Empresarios y Empresarias Nacionales para el Desarrollo Argentino (ENAC) aseguran que la segunda mitad del año ha sido especialmente dura para las pymes. Entre julio y octubre, otras 6.500 empresas dejaron de operar, sumándose a las 10.000 que ya habían cerrado en el primer semestre.
Asimsimo, este dato se complementa con el cierre de 10.000 kioscos y almacenes y con la pérdida de 160.000 puestos de trabajo en el sector. Según advirtió la Asociación de Empresarios y Empresarias Nacionales para el Desarrollo Argentino, la crisis se profundizó en el segundo semestre del año.
Caída del consumo
La contracción del consumo afecta también a la ventas de productos básicos. Por caso, la carne vacuna registró una baja del 12,3% en sus ventas en los primeros nueve meses del año, según un relevamiento de la Cámara de la Industria y el Comercio de Carnes y Derivados de la República Argentina (Ciccra), alcanzando el nivel más bajo en 26 años.
Por su parte, la Confederación Federal PyME señaló que a este problema se suma una fuerte suba del costo de los servicios y los pequeños empresarios advierten que los impuestos siguen siendo una carga insostenible, una de las promesas que el presidente Javier Milei, por el momento viene incumpliendo.
Esta combinación de factores crea un círculo vicioso en el que la falta de ventas lleva al cierre de empresas, lo que a su vez impacta negativamente en el empleo y en el consumo, agravando aún más la recesión.