El Gobierno acelera las medidas contra la inflación, que siguen siendo la base del malestar económico de la población. Se espera para los próximos días un relanzamiento del Programa Precios Cuidados, con mayor carácter federal con el objetivo de reducir la fuerte dispersión de precios. Por otro lado, está previsto avanzar por el lado de los salarios. Tras las negociaciones con la CGT para determinar un mecanismo que permita hacer frente a la pérdida de poder adquisitivo, parece destrabarse la posibilidad de avanzar con un esquema mixto entre suma fija y reapertura de paritarias. Asimismo, el Ministro Massa avanza en un programa macroeconómico que permita anclar las expectativas.
El mal dato de inflación de julio saca al Gobierno de la zona de confort del ‘efecto Massa’ y lo vuelve a la realidad. El proceso inflacionario argentino no se puede entender con los parámetros de otros países. Es un régimen especial. La agudización de las inconsistencias en estos años profundizaron la tensión de precios con consecuencias severas. El Gobierno enfrenta una disyuntiva: seguir apostando al gradualismo o ir hacia un Plan de Estabilización integral.
El dato de inflación de julio fue un baldazo de agua. Más allá de que se esperaba una cifra de tal magnitud, en el momento de su publicación cae la ficha sobre el grado de gravedad del asunto. Se trata de un problema que ya lleva veinte años y no deja de agudizarse. Está claro que la inflación cerca de la zona de los tres dígitos no tiene punto de comparación con el 29,2% de 2015, pero la tendencia de largo es sostenida: Argentina sufre un mal sistémico con la inflación, que ya es independiente de los aciertos y errores de los diferentes Gobiernos.
Este año estimamos que el aumento de precios cerrará en la zona del 88% (escenario base) con un mínimo potencial en 82% y un máximo del 99%. La diferencia entre cada escenario es ínfima; en cualquier caso se trata de una suba inaceptable, y resultado de múltiples factores:
- La tensión en el escenario geopolítico, que provocó la escalada en commodities más acelerada en los últimos cincuenta años.
- La inercia histórica del proceso, que en Argentina se expresa en instituciones que promueven la indexación de los contratos.
- La incapacidad de la gestión económica de este Gobierno para coordinar la puja distributiva tras la salida de la pandemia.
Los desequilibrios macro remanentes, tras los estragos que causó la pandemia 2020. Sobre este último punto, solo en el plano de la política monetaria el Gobierno debió emitir billetes por el equivalente a diez puntos del PBI en el primer año de pandemia para financiar sus diferentes programas, sin acceso al crédito. Semejante desequilibrio deja secuelas severas.
Con todo, en las próximas semanas se esperan medidas concretas para anclar las expectativas y empezar a descomprimir el aumento de precios. Con un mes de agosto ya jugado por las subas de las dos primeras semanas, todos los cañones apuntan a septiembre. El Ministro Sergio Massa sabe que buena parte de sus posibilidades de éxito en la gestión económica se basan en combatir la inflación y para eso deberá disponer de todas las herramientas.