En una jornada histórica para Instituto, los dirigidos por Lucas Bovaglio vencieron a Boca por 3-2 en La Bombonera por la octava fecha de la Liga Profesional, algo que el club no lograba desde 1986. Joaquín Varela, Adrián Martínez y Santiago Rodríguez son los nombres que quedarán marcados en esta victoria inolvidable para la Gloria. Lo particular es que Martínez, una de las figuras de la noche y autor del segundo gol de Instituto, cuenta con una historia de vida muy particular detrás. Su carrera como futbolista comenzó "tarde": a los 22 años se inició como jugador y hoy, ocho años después, la rompió en La Bombonera. ¿Antes? Fue recolector de basura y hasta estuvo preso.
Adrián Martínez se desempeñaba en Acacias, un equipo Amateur de Campana, al mismo tiempo que trabajaba como recolector de basura. Lamentablemente, un día chocó en moto y estuvo cerca de perder una de sus manos: "Casi me muero. Estuve un año con la mano mal pero antes, a los cinco meses, llevé el alta a la empresa. Yo quería pasar de estar en el camión de basura, porque ya no podía, a ser barrendero. El médico del trabajo puso que no estaba capacitado para trabajar y me echaron. Al final ni siquiera pude cobrar indemnización", comentó en su llegada a Instituto. Posteriormente y sin rendirse, fue contratado por un familiar como ayudante de albañil.
La increíble historia de vida de Adrián Martínez, figura de Instituto vs Boca
Allí inició su sueño de jugar al fútbol: "Cuando todo va bien es una cosa, pero cuando las cosas no se dan, uno busca y llega a lo más profundo. Tenía que agarrarme de algo en ese momento y ahí comencé a creer en Dios. Yo trabajaba, tenía un laburo normal, como cualquiera. Era recolector de residuos, corría toda la noche detrás de un camión. Mi señora también trabajaba en una estación de servicio. Y estando encerrado le hice una promesa a Dios: dije que si se me daba lo de jugar al fútbol lo iba a seguir siempre. Y bueno, de un día al otro me fui a probar a un club y quedé".
Lamentablemente, un conflicto con su familia lo llevó a estar más de seis meses en la cárcel. En 2014, su hermano fue víctima de tres tiros que lo dejaron hospitalizado. Por esta situación, más de 200 personas del barrio le quemaron la casa a quien aparentemente había sido el atacante. Estos acusaron a Adrián que ni siquiera había estado en el momento en que se dio el incendio, y la Policía lo encerró en el penal de Campana por siete meses.
Sobre aquella experiencia contó: "Nunca demostré debilidades. Adentro no podés demostrar nada. Matan, apuñalan, sí o sí hay peleas todos los días, toman de rehenes a los policías. Es otro mundo ahí adentro. Nada parecido a lo que reflejan las noticias. Ahí adentro no se puede vivir. Yo viví tres meses en buzones porque no me daban el alta para subir a piso, y era un cuadradito con humedad en las paredes, que no tenía inodoro. Me daban para comer un pan por día y dormía sobre una chapa. Si te llevan una frazada tus familiares, al menos tenés para hacerte un colchón. Si digo todas las cosas que pasan en un penal, mañana me llama el ministro de Seguridad", expresó en diálogo con Página 12.
Luego llegaría el momento de cumplir su sueño. Con 22 años, hizo su debut en la Primera C con la camiseta de Defensores Unidos de Zárate, donde marcó 9 goles en 19 partidos en la primera parte del campeonato, y 21 en 38 en la segunda etapa. Ante su gran rendimiento, Atlanta lo contrató para disputar la Primera B Metropolitana. Con la camiseta del Bohemio le marcó un gol a River por Copa Argentina.
Posteriormente pasó a Sol de América de Paraguay donde fue goleador del torneo local con 12 tantos. Inmediatamente, fue contratado por Libertad donde su rendimiento no fue el mismo y por esto estuvo a préstamo en Cerro Porteño y Coritiba de Brasil, para luego quedar libre en diciembre de 2022. Allí llegó la apuesta de Instituto de Córdoba, que apostó por "Maravilla" tras la vuelta a Primera División. El resto, es historia para el delantero de 30 años.