"Gladiador 2" llegó a los cines este jueves bajo muchas expectativas dado que su anterior entrega es uno de las las películas más recordadas de la historia considerada ya un clásico cinematográfico.
Dirigida por su director original, Riddley Scott, el film se desarrolla varios años luego del (CUIDADO SPOILER) asesinato de Máximo y nos muestra a Lucio, un joven obligado por los romanos lo llevan contra su voluntad para ser un gladiador y entretener a la población en el Coliseo.
La espectacularidad de los efectos especiales asi como las peleas y los escenarios superan a su precuela, aunque aquella cinta estrenada en el año 2000 ofrece algo que "Gladiador 2" no y son las actuaciones consagratorias y su originalidad. Russell Crowe y Joaquin Phoenix tuvieron actuaciones memorables que quedarán para la historia, no así Paul Mescal que si bien hace un gran papel, no consigue la altura de Crowe. La vara realmente estaba muy alta. Por su lado Pedro Pascal logra también un trabajo decente pero no mucho más.
Ahora bien Denzel Washington se destacaba de manera sobresaliente como Macrinus y los desalmados emperadores (Geta y Caracallas) interpretados por Joseph Quinn y Fred Hechinger son lo más destacado de la película a nivel actoral. Aquel dúo genera un increíble desagrado en el espectador con sus caprichos de poder y su inhumana manera de gobernar.
Más allá de las comparaciones, "Gladiador 2" es una muy divertida película, que repite la formula anterior con respecto a su historia pero con puestas en escenas verdaderamente poderosas dignas de ver en la pantalla grande y dejarse llevar por la grandilocuencia que Riddley siempre nos ofrece.
⭐ 8/10
En 1962, un joven Ridley Scott descubría su vocación de manera accidental mientras estudiaba arte. Una cámara Bolex de 16 mm en la universidad marcó el comienzo de su aventura cinematográfica. “Agarré esa cámara porque estaba obsesionado con Ulises de Joyce. Escribí un guion en un fin de semana, convencí a mi mamá para grabar la voz en off y listo: 'Nuestro Tony, ¡levantate ya!'”, recuerda sobre su primera película.
Filmó un corto inspirado en Paths of Glory en Wimbledon Common. “Era chico del norte que venía de una escuela pública. Los de Oxbridge no me podían ni ver porque estaba años adelantado. Mientras ellos filmaban entrevistas, yo hacía mini guerras con rifles, humo y seis personas”, recuerda con ironía. Sin embargo, el verdadero aprendizaje llegó cuando dejó la BBC para dedicarse a la publicidad, un terreno donde realizó hasta 100 publicidades al año. “En la televisión ganaba 75 libras por semana. Un día hice un comercial y me pagaron 200 en un día. Ahí supe que algo estaba mal. Además, aprendí que la solución más rápida es operar la cámara vos mismo. Soy un operador muy bueno”, asegura.
Como director, Scott es reconocido por su velocidad y precisión en el set. En el rodaje de "Gladiador 2", por ejemplo, una escena compleja se filmó en menos de una tarde gracias al uso de múltiples cámaras. “Siempre dicen que muevo rápido, pero si la escena no está, hacemos siete, ocho tomas. La diferencia está en el casting. Si elegiste bien, el trabajo ya está hecho”. Para él, dirigir no es solo imponer una visión, sino crear una sociedad creativa con los actores. “Vos me escuchás a mí y yo te escucho a vos. Si un actor ya dijo que sí al proyecto, lo va a resolver solo antes de venir al set”.
A lo largo de su carrera, Scott enfrentó duras críticas, como la que recibió Pauline Kael por "Blade Runner". “Esa crítica me destrozó, pero sabía que estaba equivocada. Le escribí al editor del New Yorker: ‘Si me odiás tanto, ignorame. No me hagas mierda en cuatro páginas.’ Nunca me respondió, pero enmarqué la reseña para acordarme de que solo yo puedo ser mi crítico”.
Autodefinido como autodidacta, Scott siempre se apoyó en la experiencia directa y la confianza en su equipo. “Yo no me quedo pensando. Si me equivoco, bueno, me equivoco. Pero lo hago igual”, reflexiona. Este enfoque, entre técnica, instinto y audacia, es lo que lo llevó a convertirse en uno de los directores más prolíficos y respetados de la industria cinematográfica. Para Scott, la grandeza está en el riesgo.