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Lo nuevo de Dillom "Por cesárea" un testimonio lírico y sonoro de la inestabilidad emocional contemporánea

Luego de 3 años desde su celebrado primer disco, Dillom publicó ‘Por cesárea’. Una obra que interpela con diferentes actos –devenidos en canciones- que abarcan el nacimiento, crecimiento, desesperación, inseguridad, impulso sexual y muerte. Andrés Calamaro y Lali son los invitados.

Viernes, 26 de abril de 2024 a las 02 02,

Por Juan Cruz Revello

Viernes, 26 de abril de 2024 a las 02 02,

Dillom sacó un disco donde las canciones exploran diferentes pulsiones. El relato es perturbador e interpela. Su disco anterior (Post Mortem) fue conceptualizado en el contexto de la pulsión de muerte, algo constante en su crónica urbana. En este caso, ‘Por cesárea’ es más amplio, donde a veces el protagonista se pone en el centro de la escena, planteando entender quién y porque es lo que es. Sin embargo, al exteriorizarlo en una obra artística sin tapujos, sin prejuicios, ni corrección política, logra en quienes oyen una interpelación necesaria en tiempos donde abundan en la música mainstream, planteos de problemáticas naif. Dillom construyó una obra sin romanticismos inútiles, al palo, al hueso. Aunque no fuerte y al medio, en el sentido de que no va a lo seguro, ni desde lo discursivo ni desde lo musical, donde se exploran universos disímiles imposibles de etiquetar con certeza. 

Todo en Dillom es una obra. Así como sus shows no son solo personas interpretando canciones en un escenario, este disco –tampoco el anterior- es solo un envase de composiciones lindas. La propia forma de “venderlo”, ya se destacó. Primero convocó a una escucha y posterior diálogo (no solo con él sino también con su equipo), en estudios Panda. No podíamos decir nada, ante la idea de llegar al día de la publicación con la menor info posible hecha pública, así no se intervenía el impacto en la gente. De hecho, en contraposición al mercado de época, no hubo singles, adelantos o como gusten llamarlo. El disco tenía que salir todo un día y en lo posible ser escuchado desde el track1 al último. El siguiente paso lo dio él mismo desde sus cuentas, donde fue largando pistas. Primero las letras PC. Luego se develó el nombre, ‘Por cesárea’ y el reloj con la cuenta regresiva. Después un tráiler, donde se veía a una madre con su hijo yendo de la mano. Después a escucha experimental en el teatro Coliseo. Allí hubo intervenciones teatrales. Aparecen esa madre y ese hijo. Aparece el protagonista, o sea Dillom, primero caminando, luego pensativo. Después, se ahorca. Y el final fue con una luz muy fuerte entre ¿nubes? que encegueció a todos los presentes. 

Toda la perfo mientras suena el disco en orden, que rebalsa de una virtud: es sumamente cinematográfico. Las imágenes se suceden una tras otra a media que van avanzando los relatos, que de por sí, constituyen una narrativa más homogénea que lo que conocimos con anterioridad. Acá en cada canción hay una historia, un cuento, un relato que va sucediendo cual si fuera una película o una novela. Todo eso encaja perfectamente en composiciones que en comparación con su anterior material, tienen armonías y melodías más marcadas.  El todo es más que la suma de las partes, entonces cada cuadro tiene sentido individual, pero se desperdicia un tanto si no se lo consume dentro del orden de cada elemento. A saber, no va a faltar nada si se escuchan las canciones sueltas, pero si se hace en el todo, cobran un sentido más profundo.

‘Por cesárea’ es también una montaña rusa de emociones, un testimonio lírico y sonoro de la inestabilidad emocional contemporánea de la vida real, donde pasamos de la felicidad a la incertidumbre, dudas e inseguridades en cuestión de segundos. Algo del consumo fats food en todo sentido nos lleva a ese sentimiento en la cotidianeidad, todo pasa rápido. La canción en la que comparte interpretación con Andrés Calamaro, ‘Mi peor enemigo´ trata el tema, incluso en clave ricotera (Dillom declaró a Data Diario que no fue intencional) cuando dicen “La vida pasa rápido, puta, Tic-Tac” –todo es efímero, el tic nunca alcanza al tac, cantan los Redondos en ‘Ya nadie va a escuchar tu remera’-. Asimismo en ‘La Carie’ donde participa Lali. Allí se escucha “Todo lo veo artificial como un pulmotor, y los días se me esfuman se me hacen de vapor. Para todo siempre encuentro un pero, estoy cansado de empezar desde cero”. También se cita acá, en un guiño a la infancia, “el diablo que nunca muere, penando me despabila” oración de ‘Plegaria Desvelada’ canción de María Elena Walsh. La participación de ambos artistas es rica en cuanto que entran en el registro y la clave del disco y de Dillom, en algún sentido se corren de su propio reconocimiento, y representan a la amplitud de personas a las que le puede llegar la propuesta estética de ‘Por Cesárea’.

Las intervenciones orquestales – a cargo de Alejandro Terán- resuelven tensiones y climas (es maravilloso esto en ‘La carie’) y unen melodías increíbles. Hay bajos (‘Ciudad de la paz’; ‘Últimamente’; Cirugía; ‘Buenos Tiempos’; ‘Muñecas’); síntes(‘La novia de mi amigo’; ‘Muñecas’) guitarras (‘Cirugía’; ‘Coyote’; ‘Reiki y Yoga’; 'Ciudad de la paz'); y pianos (‘Reiki y Yoga’) que dan un perfil vintage que no abunda y humaniza. ‘Por cesárea’ demanda atención. No se mastica rápido y se escupe. Existe un lineamiento con la actualidad, pero no responde a tendencias ni a concesiones del mercado, ni a los cambios en las pautas de consumo actuales. Tiene pinta de ser el disco de época que logrará la eternidad y característica de clásico, si es que todavía existen esas categorías y “condecoraciones”.

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